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Memorial Capablanca: historias de un torneo

Ivanchuk y Córdova: los ganadores del Elite y Premier en 2012
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El primer Memorial Capablanca comenzó a prepararse desde finales de 1961 y, lógicamente, los preparativos se intensificaron en los primeros meses de 1962.  El entonces presidente de la Federación internacional de ajedrez, Folke Roggard, ofreció su apoyo y todo quedó listo para que, en abril de ese año, 22 jugadores disputaran, en el hotel Habana Libre, la primera edición de un certamen que rendía homenaje al más genial de los ajedrecistas cubanos.

En un inicio muchos creían que uno de los tres brillantes ajedrecistas soviéticos que intervendrían en La Habana ganaría el certamen, pues desde mucho antes la llamada “escuela soviética de ajedrez” había mostrado su amplia superioridad; sin embargo, los pronósticos fallaron. La representación foránea estaba encabezada por dos campeones mundiales: Vasily Smislov, quien había sido monarca en 1957, y Boris Spassky quien llegaría a lo más alto del universo ajedrecístico en 1969, al derrotar en un match a Mijaíl Tal. El tercer miembro de la comitiva soviética era Lev Polugaevsky.

Por Cuba jugaron la primera edición del Memorial Capablanca, en 1962, cinco trebejistas y las principales esperanzas estaban centradas en el campeón nacional Eleazar Jiménez; además, intervinieron Eldis Cobo, Gilberto García, Juan González, Rogelio Ortega y Marcelino Sieiro. Como les había comentado, Eleázar era el favorito; pero fue Eldis Cobo el más destacado, porque, con 10 puntos, concluyó en la duodécima posición.

La jornada final fue emocionante. El polaco, nacionalizado argentino, Miguel Najdorf, necesitaba un triunfo a toda costa, así que presionó al máximo al cubano Cobo quien recibió un jaque mate. De esta manera, Najdorf entró en la historia del Memorial Capablanca porque alcanzó 16,5 puntos de 21 posibles y superó, por solo media unidad, a los soviéticos Polugaevsky y Spassky.

El primer Capablanca, en 1962, fue un gran éxito y, sin dudas, abrió las puertas para que Cuba recibiera, en 1966, la sede de la Olimpiada Mundial de ajedrez, el evento más importante del juego ciencia que se ha desarrollado en el país.

La década de los sesenta quizás haya sido la más interesante de todas, porque en las diferentes versiones del Memorial siempre hubo al menos un jugador de la elite mundial. Por ejemplo, en 1963 vino a La Habana otro campeón mundial soviético, Mijaíl Tal, el inolvidable “Genio de Riga”; sin embargo, tampoco pudo imponerse y el triunfo se lo adjudicó, también por apenas medio punto Viktor Korchnoi, un joven que luego disputaría en dos ocasiones consecutivas el título mundial.

La suerte de los campeones soviéticos cambió en 1964 cuando Vassily Smyslov ganó la tercera versión del Memorial Capablanca (igualado con Wolfgang Uhlmann) y repitió su triunfo un año más tarde. Luego, en 1973, Smyslov obtuvo su tercera corona. Otra historia interesante de las primeras ediciones del torneo fue la participación, por teletipo, del norteamericano Bobby Fischer. Después de su apabullante triunfo, en el campeonato nacional de 1964, Fischer estuvo algún tiempo alejado de los tableros y, tal vez de forma sorpresiva, se interesó por jugar el Capablanca de 1965.

Todo parecía arreglado, pero a última hora el Departamento de Estado le negó el permiso de viaje a Cuba a Bobby; sin embargo, el jugador y el comité organizador llegaron a un acuerdo sui géneris: Fischer jugaría el evento, nada menos que a través del teletipo, desde Nueva York. El proceso ciertamente fue complicado porque las telecomunicaciones, en 1965, distaban mucho de la rapidez con que se realizan en la actualidad.

Antes de iniciarse el torneo, Fischer estuvo a punto de retirarse; aunque el incidente quedó solucionado y, finalmente, el 25 de agosto de 1965, a las 3 de la tarde, comenzó el cuarto Memorial Capablanca. La partida más esperada de la fecha era la de Fischer contra el alemán Heinz Lechman; pero las dificultades tecnológicas retrasaron el inicio del duelo y solo cinco horas después, cerca de las ocho de la noche, Lechman hizo su jugada con blancas y esta fue transmitida por el teletipo hasta el Marschall Chess Club de Nueva York donde la recibió Fischer y respondió minutos más tarde.

Así, noche tras noche, Fischer enfrentó a los 21 rivales. Las partidas duraron entre 5 y 7 horas, por lo que la paciencia de sus oponentes también se puso a prueba. Bobby totalizó 15 unidades, gracias a sus 12 éxitos, 6 tablas y 3 derrotas. Con 15 puntos, el norteamericano finalizó en el cuarto lugar por el sistema de desempate y, entre todas sus partidas, de seguro la más recordada fue la que le ganó al soviético Vasily Smislov.

Por varios años el Memorial Capablanca solo tuvo un grupo y existía un único titular; pero a partir de 1983, por el aumento del número de participantes y su diferencia de calidad, pues fue necesario crear otros grupos que, en las siguientes décadas, recibieron varias denominaciones, como Premier, Maestros o Mixtos.

El primer ajedrecista cubano que ganó un grupo principal del Capablanca fue el inolvidable Gran Maestro villaclareño Guillermo García quien triunfó en el Premier I, del torneo desarrollado en Cienfuegos, en 1980.

Un detalle curioso es que la sede del Memorial Capablanca se mantuvo en La Habana entre 1962 y 1972; pero luego, en 1973, las acciones se trasladaron hasta Cienfuegos y en la llamada “Perla del Sur” se jugaron once ediciones consecutivas. Más adelante, el Memorial retornó a La Habana, aunque otras provincias del país, como Holguín, Matanzas y Camagüey también han acogido, en algún momento, al evento. En los últimos años diferentes hoteles de la capital cubana, como el Neptuno-Tritón, el de la Villa Panamericana y el Riviera sirvieron como sede.

En la década de los noventa, la crisis económica que vivió Cuba casi termina con el Memorial Capablanca; no obstante, el torneo se mantuvo y aunque la calidad quizás disminuyó un poco, porque dejaron de asistir jugadores de la Unión Soviética y del entonces campo socialista, lo cierto es que el Capablanca nunca fue suspendido y ya luce, orgulloso, cinco décadas de existencia.

El jugador más destacado ha sido el ucraniano Vassily Ivanchuk quien en sus cinco viajes a La Habana ha ganado, casi siempre con facilidad, el Capablanca y de las 50 partidas jugadas aquí, solo ha perdido dos. Primero Chuky, que es como llaman en el mundo del ajedrez al excéntrico jugador, triunfó en las ediciones de 2005, 2006 y 2007. Estuvo dos años ausente y repitió sus éxitos en 2010 y 2011. Otros grandes triunfadores del Capablanca son el inglés Anthony Miles y el cubano Leinier Domínguez, pues ambos acumulan tres títulos.

Han pasado cincuenta años desde que el argentino Miguel Najdorf levantó la copa del primer Memorial Capablanca. Hoy el torneo mantiene su prestigio y un recorrido por las nóminas de los últimos años permite concluir que ha aumentado su nivel. Esto se ha logrado, a diferencia de otros eventos que se celebran en el mundo, sin un gran presupuesto.

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