Probablemente José Dariel Abreu y Alfredo Despaigne sean los dos bateadores más completos de la 51 Serie Nacional. Entre ambos acumularon las principales categorías ofensivas de la temporada regular; sin embargo, ninguno pudo lograr una de las hazañas más difíciles del béisbol: la triple corona. En la cincuentenaria historia de las Series, ningún jugador ha concluido como líder en promedio, cuadrangulares y carreras impulsadas.
Antes de adentrarnos en el análisis de las actuaciones de Abreu y Despaigne, es importante aclarar que dos peloteros cubanos obtuvieron anteriormente una triple corona; pero no en una Serie Nacional. Quizás el caso más polémico sea el del santiaguero Orestes Kindelán.
En la XXVIII Serie, en 1989, el “Tambor mayor” terminó como líder en los tres departamentos: 402 de promedio, conectó 24 cuadrangulares e impulsó 58 anotaciones; no obstante, nunca se le reconoció la triple corona. El problema radicó en que durante varias Series los liderazgos se repartieron por zonas, es decir, había ganadores en occidente y oriente. En esa campaña, Juan Bravo, de Industriales, tuvo más promedio que el santiaguero, con 414; mientras Juan Carlos Millán, de La Habana, trajo para el plato una carrera más, 59 por 58.
En la Selectiva de 1992, el pinareño Omar Linares se convirtió en el primer hombre en obtener una triple corona, al promediar 398, disparar 23 vuelacercas y remolcar 58 anotaciones. Casi una década después, en la Súper Liga de 2003, otro bateador muy completo, el espirituano Frederich Cepeda, logró una triple corona, gracias a su bateo de 435, sus 7 jonrones y 20 impulsadas. Este récord resulta tan complicado de igualar que, en las Grandes Ligas norteamericanas, la última vez que un pelotero ganó una triple corona ocurrió en 1967. El protagonista fue Carl Yastrzemski, un jardinero izquierdo de las Medias Rojas de Boston.
Antes de que concluyera el primer tercio de la 51 Serie, ya muchos hablaban sobre la posible imposición de un nuevo récord de cuadrangulares. El paso de Alfredo Despaigne era impresionante, y aunque tardó un poco más de lo esperado en dejar atrás la marca impuesta el año anterior por Yoenis Céspedes y Abreu, el cuarto bate de Granma entró en la historia de la pelota nacional el 3 de abril, en el estadio Latinoamericano, al disparar su jonrón número 34.
La distancia entre Despaigne y Abreu en el total de vuelacercas y carreras impulsadas se redujo notablemente en las últimas semanas del calendario regular. De seguro las esperanzas de la primera triple corona en las Series renacieron cuando “Pito” Abreu empató en los cuadrangulares, con 35, al desaparecer la pelota por el jardín central, del estadio “5 de septiembre”. El cienfueguero tenía asegurado su segundo título consecutivo de bateo y solo necesitaba remolcar algunas carreras más para sobrepasar a Despaigne.
El último fin de semana de la Serie fue dramático. Mientras varios equipos en la zona oriental luchaban por incluirse en los playoff, Abreu y Despaigne libraban “su propia guerra”; aunque la selección de “Pito” ya tenía un boleto garantizado en la postemporada y los granmenses esperaban por un “milagro” de Mayabeque ante Santiago de Cuba.
En los dos primeros partidos del duelo contra Ciego de Ávila, el director Iday Abreu adoptó una inteligente decisión: colocó a “Pito” en el primer turno al bate, con la idea de que tuviera más comparecencias y, por tanto, crecieran sus oportunidades de conectar jonrones.
La jornada del adiós prometía ser muy interesante, porque Abreu seguía igualado con Despaigne en los vuelacercas; sin embargo, como el cienfueguero tenía menos comparecencias, en caso de persistir el empate, habría obtenido el título. En el otro departamento, el de las impulsadas, Despaigne mantenía una diferencia de dos carreras.
Entonces, para sorpresa de los fanáticos del béisbol en Cuba, en el partido 96, el director de Cienfuegos decidió darle el día de descanso a “Pito”. Así, terminó la posibilidad del fornido bateador de, al menos, batallar por la triple corona. A centenares de kilómetros de la llamada “Perla del Sur”, en la Isla de la Juventud, Despaigne consiguió, con un único batazo, dos records para la pelota nacional.
En el sexto inning del decisivo encuentro de Granma contra la Isla, el cuarto bate disparó una larga conexión que chocó contra el alto muro del jardín central. La pelota burló al defensor de esa posición y cuando este finalmente recuperó la bola, ya Despaigne cruzaba la goma. Este fue su primer jonrón dentro del terreno en su carrera, su número 36 de la campaña y el 200 de por vida, por lo que se convirtió en el jugador que, en menos tiempo, alcanzó esa impresionante cifra.
Despaigne terminó como líder en cuadrangulares, con 36, y en las impulsadas, con 105; mientras que “Pito” Abreu logró un promedio de 394. ¿Podrá alguno de estos dos excepcionales bateadores conseguir una triple corona en un futuro no lejano? Talento no les falta; pero para imponer un récord se necesita algo más que una maravillosa combinación de tacto y fuerza.