Antes de que el israelí Boris Gelfand ganara los matches de candidatos, en 2011, y asegurara su puesto como retador del actual campeón mundial de ajedrez, el indio Viswanathan Anand, una idea parecía estar clara entre los seguidores del juego ciencia: la ausencia de Magnus Carlsen le restaba credibilidad al ciclo de la corona, establecido por la Federación internacional (FIDE).
El genio noruego no estuvo de acuerdo con el sistema de matches, impuesto por la FIDE, para determinar al rival de Anand y decidió apartarse de la competición. Esta fue la peor noticia posible, porque resultaba inconcebible que el líder del ranking universal, desde enero de 2010, y la figura más publicitada del mundo ajedrecístico no estuviera involucrada directamente en la lucha por el título.
Para la FIDE este fue un serio problema y no pocos abogaron, a partir de los argumentos ofrecidos por Carlsen y otros jugadores de la elite, por modificar el sistema; sin embargo, el reglamento ya estaba decidido y se mantuvo inalterable. Los matches en Kazán, Rusia, fueron un rotundo fracaso, por diversas razones.
Los duelos a solo dos partidas clásicas y luego el pase directo al ajedrez rápido—25 minutos por jugador—y, más tarde, al blitz—cinco minutos—recibieron grandes críticas, porque, en lugar de la calidad de las partidas, quizás los organizadores pensaron más en el espectáculo de dos hombres nerviosos, moviendo sus piezas por el tablero, con pocos segundos en el reloj. Abundaron las tablas y, para completar, ninguno de los favoritos logró el puesto como candidato.
Levon Aronian cayó en la primera ronda; Vladimir Kramnik en la segunda y el match final lo disputaron dos sorpresivos contrincantes: Boris Gelfand y el ruso Alexander Grishuk. Finalmente el veterano israelí, entonces con 42 años, ganó la sexta y última partida clásica y se convirtió en el retador de Vichy Anand.
Las protestas por lo sucedido en Kazán fueron fortísimas. Entonces la FIDE comprendió que era imprescindible introducir un gran cambio para el siguiente ciclo de la corona: los matches serían sustituidos por un torneo de candidatos.
Supuestamente este anuncio complacía a todos aquellos—liderados por Carlsen y Kramnik—que habían mostrado su descontento; sin embargo, no hubo paz, porque la fecha seleccionada, noviembre de 2012, estaba muy cercana a la del Clásico de Londres y el Maestros de Bilbao, dos de los eventos que más premios en metálico reparten.
El universo ajedrecístico ha atravesado por muchísimos problemas económicos que se agudizaron en 2011. Ese año no se celebraron los muy seguidos torneos de Linares y Sofía, por falta de financiamiento y ya se oficializó la suspensión del Linares 2012, considerado el “Wimblendon del ajedrez”, con un argumento similar, “no hay suficiente dinero”. Por tanto, ante la reducción de certámenes de gran fuerza, los jugadores de elite tratan de garantizar su presencia en aquellos torneos de primer nivel, donde puedan obtener mayores ingresos.
Los organizadores de Bilbao le escribieron al presidente Kirzan Illyumzhinov para solicitarle un aplazamiento del torneo de candidatos y Carlsen hizo público su apoyo a esas gestiones. No obstante, en un primer momento, la FIDE se aferró al calendario publicado en el sitio oficial. Una nueva tormenta venía en camino y todos sabían que otra separación, no solo del genio noruego, pondría en peligro la legitimidad del próximo retador del campeón.
Uno de los hechos más comentados en los últimos tiempos ha sido el millonario pacto firmado por la FIDE con el empresario norteamericano— aunque con muchos negocios en Rusia— Andrew Paulson, quien será el patrocinador del ciclo de la corona mundial de ajedrez. El empresario se reunió con Carlsen y escuchó sus criterios. La rectificación no demoró en aparecer: el torneo de candidatos finalmente se jugará en marzo de 2013.
Este movimiento satisfizo a todas las partes involucradas. Los jugadores podrán intervenir, sin complicaciones, en el evento de Bilbao y el Clásico de Londres. Después del Tata Steel, en Wijk aan Zee, en el primer mes de 2013, regresarían a la capital británica para el torneo de candidatos. De ese certamen saldrá el retador del que gane el duelo entre Anand y Gelfand, en Moscú.
El acuerdo, sin dudas, es una agradable noticia para los seguidores del juego ciencia. Quizás hubiera sido preferible que los jugadores—con Carlsen a la cabeza—no lanzaran amenazas a veces no tan veladas sobre la FIDE; pero, al mismo tiempo, parece sensato que la FIDE escuche cada vez más las propuestas de los ajedrecistas, porque, sin ellos, no existiría la organización.