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La Copa de los suspiros

Uruguay celebra su 15to título en Copa América
Uruguay celebra su 15to título en Copa América

Después de que finalmente Diego Forlán dejara atrás su extensa cadena de partidos consecutivos sin marcar goles no sería exagerado afirmar que todos los seguidores de la selección uruguaya de fútbol suspiraron aliviados. Algunos días antes los fanáticos de Argentina y Brasil probablemente también hayan suspirado, aunque por razones diferentes. Así se vivió la Copa América 2011: entre sorpresas y la confirmación de Uruguay como la mejor selección de Latinoamérica, al menos en los últimos dos años.

Quizás muy pocos imaginaron, el primer día de julio, cuando rodó el balón en un estadio argentino, que cuatro semanas más tarde Uruguay y Paraguay discutirían el título del evento futbolístico más prestigioso de América. Brasil y Argentina habían protagonizado las finales de 2004 y 2007, y con sus nóminas llenas de excelentes jugadores eran los lógicos favoritos; mientras el equipo celeste, cuarto lugar del Mundial de Sudáfrica, recibía algunas opciones, junto con Chile.

La Copa pasó por momentos muy complicados antes del pitazo inicial, porque Japón anunció su inasistencia luego del fortísimo terremoto que sufrió ese país. Esto obligó a los organizadores a buscar un reemplazo. Varios fueron los posibles invitados, entre ellos España; pero la campeona mundial y europea se negó a participar y así le abrió las puertas a Costa Rica.

No obstante, había un problema: ni México ni los ticos pudieron presentar a su selección principal, pues la CONCACAF le prohibió a las dos naciones llevar a sus equipos que habían intervenido en la Copa Oro, celebrada en Estados Unidos. El panorama se ensombreció todavía más cuando la Federación mexicana expulsó de la concentración a ocho jugadores, por actos de indisciplina. Por tanto, había un abierto desnivel entre los sudamericanos y los dos representantes de Centroamérica.

La fase de grupos de la Copa América tuvo algunas sorpresas y muy pocos goles. En el A toda la atención estaba centrada en la anfitriona, Argentina. El mejor jugador del mundo, Lio Messi, era el foco delirante de los medios de comunicación. La “Pulga” nunca entonó el himno nacional de su país—a diferencia de sus compañeros—y esto, combinado con dos malos partidos frente a Bolivia y Colombia, encendió las pasiones en la sede. No pocos hablaron a favor de Messi y después del aplastante triunfo sobre Costa Rica parecía que renacía la esperanza entre los seguidores de la albiceleste.

En el C Uruguay no arrancó de la mejor manera y estuvo cerca de perder ante Perú; aunque cerró de una manera más convincente frente a México; mientras Chile ratificaba su condición de favorita, con éxitos sobre mexicanos y peruanos; sin embargo, en ninguna de estas victorias mostró una amplia superioridad.

Desde que se conoció el calendario era evidente que la agrupación B sería la más complicada de todas y si el empate de Argentina con Bolivia sacudió al universo del fútbol, ¿qué decir de la igualada sin goles de Brasil frente a Venezuela? La llamada “vinotinto” anunciaba muy temprano que en la Copa haría historia. Si en otros grupos apenas hubo emoción en determinados juegos, en el B se vivieron momentos inolvidables como el gol brasileño contra Paraguay, ya en el cierre, y las dos anotaciones venezolanas en tiempo de descuento, también ante la férrea defensa guaraní.

Solo cuatro de las 12 selecciones quedaron eliminadas. Por Centroamérica México estuvo muy mal y su rápida partida provocó críticas en la prensa; pero, ¿se podía esperar algo diferente con ese equipo? Los ticos dejaron una mejor imagen, pues también llevaron a una plantilla sub-23 y al menos lograron un triunfo. Tal vez estas dos naciones tenían la justificación del límite de edad impuesto por su Confederación; sin embargo, no hubo argumentos para comprender la pobre actuación de Bolivia y Ecuador.

Entonces llegamos a los cuartos de finales. Los favoritos no eran difíciles de predecir; no obstante, después de dos días de tiempos extras y pocos goles el panorama de la Copa cambió completamente. Primero Colombia sucumbió ante un equipo peruano que había jugado bien en la clasificatoria. Las sorpresas apenas comenzaban. El duelo entre Argentina y Uruguay lucía como el más atractivo y los dos rápidos goles avizoraban un festival ofensivo. ¡Qué gran decepción!

La historia es conocida: con un hombre menos los uruguayos aguantaron las amenazas locales; su portero detuvo los pocos disparos y Messi volvió a perderse en la cancha. Para completar la lista de desgracias, en la tanda de penales Carlos Tévez falló y los fanáticos argentinos suspiraron ante el descorazonador revés. ¿Les habría servido como consuelo saber que al día siguiente sus archirrivales también suspirarían?

En una de las decisiones más extrañas de todos los tiempos en la Copa América los brasileños “olvidaron” cómo tirar los penales y fallaron ¡4! disparos de forma consecutiva. De esta manera Paraguay se incluía en la semifinal sin ganar un desafío. Un récord poco alabable. Solo Venezuela triunfó en el tiempo regular y terminó con los sueños de Chile, el último favorito que quedaba en el evento.

Las semifinales tuvieron pocos goles—nada extraño— y mientras Uruguay aseguraba un puesto en la discusión del título, con un fácil triunfo sobre Perú, Venezuela y Paraguay jugaron un intensísimo partido que debió ganar la “vinotinto”; pero los intentos ofensivos venezolanos se estrellaron contra el palo y la buena defensa del portero Justo Villar. Luego, en los penales, los guaraníes completaron la “proeza” de clasificar a la final…sin alcanzar ni una victoria.

Después de tantos sobresaltos, ¿quedaría alguna sorpresa para el último encuentro? No, esta vez sí se impuso el mejor fútbol y los uruguayos, gracias a un admirable juego colectivo y con el liderazgo de Diego Forlán y Luis Suárez lograron su decimoquinto título en la Copa América. Luego de la corona y la excelente demostración en el Mundial sudafricano, quizás podamos afirmar que brasileños y argentinos tengan a mejores estrellas; pero como selección, en Sudamérica, ninguna sea más completa que la celeste.

Publicado en Cubasí

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