Después de recibir una atención mediática desmedida, de sufrir una lesión que lo alejó por casi dos semanas del terreno de juego, finalmente Derek Jeter, el mejor torpedero de las últimas décadas, el capitán de la franquicia más exitosa de la historia profesional en Estados Unidos, el imprescindible número dos de los Yankees de Nueva York acaba de completar su hazaña: se convirtió en el pelotero número 28 en los más de 100 años de Grandes Ligas que conecta 3000 imparables.
En el tercer inning del juego ante los Tampa Bay Rays, Jeter enfrentó al estelar zurdo David Price y ante casi 50 mil personas, todas de pie, en el Yankee Stadium, el jugador disparó un cuadrangular por el jardín izquierdo. No pocas cadenas televisivas transmitieron en vivo ese histórico momento y mientras Jeter recorría las bases yo trataba de recordar algunos de los momentos que guardó en mi memoria, relacionados con el capitán.
El primero de ellos fue la Serie Mundial de 1996. En aquel momento fui de los que pensó que luego de las dos demoledoras derrotas sufridas en el Yankee Stadium, frente a los Atlanta Braves, no habría oportunidad para los Mulos de Manhattan; sin embargo, remontaron y hubo suspenso hasta el final, porque cómo olvidar a John Wetteland, con bases llenas y dos outs, dominar con un foul fly al último bateador de los Braves.
Tampoco olvido las otras tres coronas consecutivas. En ninguna de esas Series Mundiales los Yankees estuvieron en peligro. A los Padres de San Diego los barrieron y el Duque Hernández lanzó muy bien; más tarde sufrieron un poco más contra los Braves y en la tan publicitada Serie del Subway, en realidad los Mets quedaron por debajo de mis expectativas. Hasta aquí todo bien; pero entonces comenzó una década llena de fracasos y desilusiones para los Mulos. Quizás la final más espectacular haya sido frente a los Arizona Diamondbacks, sobre todo porque el atentado del 11 de septiembre de 2001 estaba muy cercano en el tiempo y, además, esos cuadrangulares ante el mismo relevista para empatar o decidir fueron fenomenales; aunque la conclusión fue triste, porque Mariano Rivera dejó escapar una ventaja en el séptimo desafío.
Otro momento no feliz ocurrió en la Serie Mundial de 2003. ¿Quién hubiera pensado que los Florida Marlins podrían contra los todopoderosos Yankees? Muy pocos; pero se demostró que un equipo inspirado vale más y los Mulos se vieron maniatados por Josh Beckett. El capitán envejecía y el ansiado quinto anillo parecía distante. Jeter tuvo que esperar siete años para regresar a otra Serie Mundial. En ese período los Yankees sufrieron el mayor colapso en la historia de los play offs, cuando los Boston Red Sox remontaron una diferencia de 0-3 y lograron el título de la Liga Americana. No obstante, en 2010, ahora bajo la dirección de Joe Girardi, finalmente Nueva York celebró un nuevo éxito. Durante ese tiempo decenas de peloteros pasaron -y cobraron altísimos salarios- por el equipo; pero solo dos se mantuvieron junto al capitán: Jorge Posada y Mariano Rivera porque Andy Pettite, aunque alcanzó también los cinco anillos, jugó algún tiempo para Houston.
Jeter se acercaba al home plate y el Yankee Stadium no cesaba de aplaudir e internamente yo también lo hacía; aunque también tenía cercano el desagradable desencuentro entre la directiva de la organización y el veterano jugador de 37 años. El capitán culminaba su enorme contrato de 189 millones y, por supuesto, quería recibir un sueldo similar y más años en su nuevo acuerdo; pero «negocios son negocios» y los Steinbrenner y Brian Cashman sabían que el rendimiento de Derek descendería inevitablemente, así que no estaban dispuestos a pagar casi 19 millones al año.
Ninguna de las partes estaba dispuesta a ceder y por algún tiempo se temió que Jeter defendiera otro equipo; sin embargo, la presión del público era demasiada. De todas formas, los 51 millones por 3 años no complacieron al pelotero; aunque me parece que salió bien, porque en 2014 tendrá 40 años y seguirá recibiendo casi 17 millones. Nada mal, diría yo. En tiempos de agencia libre, de constantes cambios entre los equipos que un jugador inicie y concluya su carrera con una misma selección pues sin dudas resulta un hecho extraordinario. Cuando decida «colgar los guantes» de seguro los Yankees retirarán el número 2 y cinco años después de su retiro, Jeter recibirá una votación unánime para entrar al Salón de la Fama en Cooperstown. Se lo ha ganado, porque además de sus excelentes números y total de títulos no se ha visto involucrado en escándalos de drogas, ni demasiadas fiestas neoyorquinas y ha sabido convivir con la prensa de esa inmensa «Torre de Babel» contemporánea.
Los jugadores de los Yankees abrazaron a Jeter cuando tocó el home, con su jit 3000. Desde el otro lado, los de Tampa Bay, encabezados por Johnny Damon, hicieron lo mismo. La «llamada a escena» del capitán se prolongó por cuatro minutos, todo un récord. «Nada de esto hubiera sido tan grande sin la victoria en el juego», dijo Jeter y no sé si creerle, porque no todos los días alguien llega a 3000 inatrapables; pero bueno, qué importa lo que yo piense. Así termina la «novela» de Jeter o quizás solo sea un capítulo más, porque el final de la carrera de este brillante jugador todavía parece lejano.
Jerek es un calladero dentr y fuera del terreno…Felicidades campeon
Saludos…sin dudas uno de los mejores ejemplos dentro de la MLB…sin escándalos de drogas, con gran prestigio dentro y fuera del terreno y con excelentes resultados…me alegró mucho que los NY Yankees le extendieran el contrato, no me imagino al número 2 defendiendo el color de otro equipo