Sus nombres aparecen anunciados, a cambio de millones de euros, en las camisetas de clubes como el Real Madrid y el Valencia. Pagan pocos impuestos, porque las casas matrices están localizadas en sitios considerados paraísos fiscales, como Gibraltar o Singapur y aunque aseguran que sus negocios son legales, las casas de apuestas están nuevamente en el centro de una polémica que involucra a equipos y futbolistas de diversas partes del mundo.
Los escándalos estallaron casi de forma simultánea. En Corea del Sur, Italia y hasta en la Copa Oro que se celebra en Estados Unidos aparecieron múltiples denuncias sobre arreglos de resultados de los partidos. Estas noticias no pudieron llegar en un peor momento para la FIFA porque la organización afronta serios problemas de corrupción: desde una posible compra de votos en la elección de Catar como sede del Mundial 2022, hasta las acusaciones contra Jack Warner -quien ya renunció a la conducción de CONCACAF-y Mohamed Bin Hammam, por el pago de sobornos.
La credibilidad de los directivos está más que comprometida; pero la situación es peor con los juegos amañados, pues tal vez un aficionado no se asombre al conocer que ciertos ejecutivos han incrementado sus cuentas bancarias, a partir de la venta de votos; sin embargo, le duele más que un equipo de su preferencia entregue goles o que los futbolistas finjan enfermedades e incluso alteren los medicamentos de sus compañeros para así influir en el marcador final del desafío.
Desafortunadamente todas estas cosas han sucedido y el objetivo parece ser uno solo: el enriquecimiento de los apostadores. Las apuestas deportivas son un mercado muy lucrativo y de acuerdo con el periodista argentino Ezequiel Fernández, del diario La Nación, movilizan cada año más de 4500 millones de euros. De esta cifra, el 90% se juega en el fútbol; aunque lo realmente preocupante es que 2500 millones de euros se apuestan de manera ilegal.
¿Cómo comprar un partido? Por lo general las mafias que buscan controlar el fútbol no eligen a ligas profesionales muy seguidas, porque sería más fácil encontrar el engaño. Entonces recurren a competiciones asiáticas o encuentros amistosos internacionales con escasa cobertura mediática. Luego colocan más dinero en el equipo no favorito y “convencen” a jugadores o árbitros para que hagan todo lo posible por cumplir con la “sorpresa”, es decir, que los menos favorecidos en las apuestas terminen con la victoria.
Por ejemplo, una selección que haya salido con -5 en los boletos recibe apuestas por 20 mil euros. Si se concreta la “sorpresa”, esa persona multiplica por cinco su capital inicial. No todo es para él, ya que debe repartir entre los implicados; pero imaginemos que en lugar de 20 mil fueran…200 mil.
En la K-League de Corea del Sur el arreglo de los encuentros se supo de una trágica manera: uno de los jugadores involucrados se suicidó y en su carta de despedida reconoció la recepción de dinero. Los investigadores se apoyaron en esa confesión y desarticularon una amplia red de apuestas ilegales. Diez futbolistas fueron suspendidos de por vida y el presidente de ese torneo aseguró que ellos habían tomado la decisión con la intención de que fuera la primera y última vez que tuviera lugar un escándalo tan bochornoso.
Por lo menos en Corea adoptan medidas drásticas; pero que ayudarían a disuadir a futuros tramposos. En Italia lo piensan dos veces antes de aplicar mano dura. El Calcio atraviesa por otro momento muy duro y que recuerda, en algunos puntos, a los tristes hechos de 1980 (caso “Totonero”) y de 2006 (“Calciopoli”).
Ahora la Fiscalía de ese país está investigando las actividades de una banda que supuestamente amañó múltiples partidos en la primera, segunda y tercera categoría italiana e incluso influyó en el ascenso del club Siena y del Atalanta a la Serie A. Entre los denunciados aparece nada menos que Giuseppe Signori quien marcó siete goles con la selección nacional azzurra y en tres ocasiones concluyó como máximo anotador del Calcio.
¿Cuál ha sido la respuesta de la Federación italiana de fútbol ante esta grave situación? Solicitar la aprobación de un reglamento que incluya una sanción de apenas 2 años para aquellos jugadores que hagan apuestas ilegales.
Las historias no terminan allí. En medio de la Copa Oro el diario alemán Der Spiegel anunció que la Interpol y la FIFA estaban investigando tres grandes goleadas en el evento y que generaron enormes ganancias, porque algunos “dichosos” apostadores acertaron en marcadores tan extraños como los 5-0 que propinó Costa Rica a Cuba y México a El Salvador y el 4 a 0 de Jamaica sobre Granada. No ha habido ninguna otra actualización en este tema y ojalá se demuestre que eran falsos temores, porque lo último que necesita la CONCACAF es un nuevo escándalo.
Muchos intentan culpar a las casas de apuestas por los casos ya explicados; pero las sospechas sobre la legalidad de los resultados en el fútbol no deberían centrarse únicamente en los sitios online Bwin, BetFair, BetClic o en otros similares, sino en los tramposos que aprovechan a estas plataformas para canalizar, a través de ellas, millones de euros fraudulentos.
Un seguimiento más cercano a las transacciones y, sobre todo, reglamentos que castiguen con mayor dureza a los jugadores implicados parecen caminos más sensatos para intentar detener un fenómeno cada vez más habitual y que crea no pocas dudas sobre el marcador final de un juego de fútbol.
Publicado en Cubasí