Corea del Sur no le ganaba un partido de voleibol a Cuba desde 1984. La racha de victorias consecutivas se extendía a 37; pero antes de que volara el primer balón por encima de la net, en Suwon, en la inauguración de la vigésimo segunda edición de la Liga Mundial, no era un secreto que la “nueva” versión del equipo cubano no se parecía en nada a la que unos meses antes sorprendió con la medalla de plata, en el Campeonato mundial, de Italia.
A pesar de la ausencia de tres titulares, entre ellos la principal figura, Robertlandy Simón, me parece que el problema del equipo ahora es mental. Se sabía, con mucha anticipación, que Raydel Hierrezuelo no sería el pasador, que Yoandy Leal había dejado de entrenar, entonces, creo que hubo tiempo suficiente para preparar a la “nueva” formación; además, Yoandi Diaz es un pasador de experiencia.
¿Qué pasó entonces? El capitán, Wilfredo León marcó apenas cinco puntos y el director Orlando Samuels tuvo que llevarlo al banco, en el segundo set; mientras Henry Bell, un jugador que había entrado solo como sustituto en versiones anteriores de la Liga, tuvo que retornar a la titularidad. Solo el zurdo Fernando Hernández pudo penetrar la fuerte defensa coreana y anotó 14 unidades; aunque tampoco fue suficiente su aporte.
El debut fue como se esperaba: desastroso. No escribo esto con placer y lo he reafirmado en otros artículos publicados en este post. No me gusta hacer “leña del árbol caído”, solo que cuando ese árbol realiza importantes aportes económico, cuando ese deporte es uno de los más seguidos en Cuba, pues no puedo entender que el equipo tenga que jugar TODOS sus partidos como visitante, por los problemas en la Ciudad Deportiva; tampoco puedo entender las pocas acciones para mantener al equipo unido.
El camino del voleibol cubano en esta Liga Mundial, en los 11 partidos restantes, podría ser muy largo. Ojalá me equivoque.
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