El entrenador de fútbol mejor pagado del mundo ha cumplido varios de los objetivos que motivaron su contratación por el Real Madrid: ganar títulos, aunque hasta el momento solo sea uno “menor” como la Copa del Rey de España y recibir la mayor atención mediática posible para así, supuestamente, aligerar la presión sobre los jugadores.
José Mourinho se ha tomado tan en serio la idea del liderazgo que después del partido ante el Barcelona, en la semifinal de la Liga de Campeones, reconoció que sus jugadores y él tenían “cero responsabilidad” en el revés. Según el siempre polémico portugués, la culpa de la derrota, por los dos goles de Lionel Messi- el último de ellos gracias a una nueva genialidad del argentino-, fue del árbitro quien expulsó a Pepé, considerado uno de los principales defensores del club “merengue”.
Esa expulsión, provocada por una fortísima entrada sobre Dani Alves, desató una intensa controversia que ha dividido, todavía más, a fanáticos de los dos equipos más famosos, no solo de España. Mourinho también recibió la tarjeta roja, por su comportamiento arrogante y sus señalamientos al árbitro. No era difícil prever que el portugués utilizaría la conferencia de prensa para mostrar su descontento y frustración por el desenlace del juego.
«Hoy ha quedado demostrado que ante el Barcelona no tienes ninguna posibilidad. Porque la UEFA no deja a ninguno de los otros equipos jugar contra ellos. No entiendo por qué. No sé si es la publicidad a Unicef, no sé si es porque son muy simpáticos…Josep Guardiola es un fantástico entrenador de fútbol, pero ha ganado una Champions que a mí me daría vergüenza ganar con el escándalo de Stamford Bridge. Y este año, si la gana, será con el escándalo del Bernabéu», dijo un enojado Mourinho.
¿Qué significan todos los reclamos de Mourinho? En primer lugar, el director arremete con la organización que dirige el fútbol en Europa y la acusa de favoritismo hacia el Barcelona; pero puede ser muy peligroso lanzar tantos ataques sin pruebas; además, la mención a Unicef pareció un golpe sucio, pues la labor de promoción grauita que realizan los “culés” ha sido muy bien valorada; mientras el club merengue gana millones de euros por colocar en sus camisetas publicidad del sitio de apuestas B-win.
Luego vinieron las dudas del portugués sobre la legitimidad del triunfo en la Liga de campeones de 2009, después de vencer al Chelsea, en semifinales. Aquel fue un partido complejo y ciertamente el árbitro pudo haberse equivocado en algunas decisiones; sin embargo, Mourinho comete el error de generalizar. Quizás no recuerda su también controversial triunfo sobre el Barcelona, en 2010, cuando dirigía al Inter de Milán. Probablemente haya olvidado-la memoria juega esos malos trucos- la posición en que anotó sus goles Diego Milito.
La repercusión de los desatinados comentarios de Mourinho fue inmediata. La UEFA abrió un expediente disciplinario y el Barcelona optó por pedir medidas contra el portugués; mientras la directiva del Madrid no quedó en silencio y demandó a los “culés” por comportamiento antideportivo.
Los que esperábamos que el tan esperado duelo entre el Barcelona y el Real Madrid mostrara un despliegue de buen fútbol, de seguro quedamos decepcionados. Sobre el césped del “Santiago Bernabeu” hubo quejas, golpes, pases errados, posiciones muy defensivas y solo los goles de Messi salvaron al encuentro de recibir una pésima calificación.
El Real Madrid equivocó el planteamiento del partido; sin embargo, Mourinho es demasiado autosuficiente para reconocer esto. “El tipo especial”, como una vez se autonombró, ha logrado grandes triunfos en su carrera como director y es uno de los tres entrenadores que tiene dos coronas en la Liga de campeones de la UEFA; pero parece que esos títulos lo han envanecido tanto que es incapaz de aceptar una crítica.
Tal vez Mourinho sea el ejemplo más claro de la etapa actual del fútbol en la que no pocos directores reciben más atención mediática que los jugadores. Ellos intentan ser las estrellas, aunque ninguno tenga una incidencia directa en el resultado de un desafío; las cámaras de televisión los persiguen por todo el terreno, adoptan expresiones faciales preparadas de antemano y cuando algo no sale bien, les queda el recurso de atacar a los árbitros, aficiones, directivos. Cualquier recurso luce válido antes de reconocer sus errores.
La prensa deportiva también ha desempeñado un papel importante en el “endiosamiento” de personajes como Mourinho. En España el fenómeno de la parcialidad mediática es cada vez más visible y los diarios y emisoras de radio, aunque no lo declaren abiertamente, son reconocidos, con facilidad, como seguidores de uno u otro equipo.
De esta manera, los medios de comunicación que prefieren al Madrid centran sus análisis en las deficiencias del árbitro y los excesivos reclamos de los futbolistas del Barcelona; mientras, aquellos que cubren a los “culés” lanzan diatribas contra Mourinho. Ante un contexto tan parcial es muy difícil encontrar opiniones que realmente analicen con profundidad cuánto daña al deporte la violencia y el poco fútbol visto en el juego entre los dos clubes.
El entrenador de la selección nacional de España, Vicente del Bosque, aseguró que estaba preocupado por los desencuentros entre los futbolistas del Barcelona y el Real Madrid. Trece de ellos contribuyeron al histórico triunfo de “La roja”, en el Mundial de Sudáfrica, en 2010. Ahora algunos ni siquiera se saludan, como sucedió con David Villa y Álvaro Arbeloa.
Sin dudas el trabajo del director será muy intenso cuando “La roja” vuelva a reunirse. Tendrá que utilizar toda su diplomacia y apelar al profesionalismo de los atletas; aunque determinadas heridas en las relaciones personales tal vez no cicatricen ni con los triunfos de España.
Publicado en Cubasí