Después de siete meses de incertidumbre, la Federación española de ciclismo finalmente encontró a un culpable muy conveniente: carne de res contaminada. Alberto Contador puede respirar tranquilo; también su admirador, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y, de seguro, los patrocinadores del tres veces campeón del Tour de Francia están complacidos con el fallo de la organización que invalidó la sanción por dopaje que había recibido el atleta; pero esa “tranquilidad” podría ser momentánea porque no todos creen en la imparcialidad de la decisión.
“En España cada año se producen detenciones a ganaderos por engordar ilegalmente ganado con clembuterol”, dijo Contador cuando supo que los exámenes antidoping que le realizaron en el Tour 2010 habían sido positivos. En su organismo estaba la huella de una sustancia reconocida por la Asociación mundial antidopaje (AMA) como “agente anabólico”, por lo que se inició una investigación que concluyó con la separación del atleta de todas las competiciones ciclísticas.
Desde el primer momento el argumento utilizado por Contador y su equipo de abogados fue la ingestión de carne contaminada. La explicación quizás parecía un recurso desesperado por salvar la imagen y probablemente la carrera del famoso deportista; pero la Unión ciclística internacional (UCI) tardó muchísimo tiempo en dar a conocer el resultado de su estudio. Esta demora despertó sospechas y abrió el camino a múltiples especulaciones.
No obstante, la Federación española aprobó, en un inicio, la sanción; sin embargo, luego, para sorpresa de no pocos, los directivos reconsideraron su posición y absolvieron al ciclista, por una supuesta falta de evidencias. La ambigüedad de la organización, en realidad, aumentó las dudas sobre la existencia de presiones externas para cambiar el veredicto.
Uno de los primeros que saludó la modificación de la decisión fue el mandatario Rodríguez Zapatero quien publicó un mensaje en la red de microblogging, Twitter. “No había ningún razón jurídica para sancionarlo”, afirmó. Ni sus declaraciones, ni las del líder de la oposición, Mariano Rajoy, fueron bien recibidas por el titular de la Federación española, Juan Carlos Castaño, pues podían ser interpretadas— así sucedió— como injerencias políticas.
Otros compañeros de Contador también mostraron su convencimiento sobre la inocencia del corredor; aunque tal vez el español hubiera preferido que guardaran silencio, porque ni su coterráneo Alejandro Valverde ni el kazajo Alexandre Vinokourov son ejemplos de “ética deportiva”.
De acuerdo con Vinokourov, él tenía confianza en Contador. “Lo conozco desde el 2006 y siempre se ajustó al reglamento. En Astana, él y yo hablamos mucho para que el equipo fuera impecable en materia de dopaje», aseguró el kazajo; pero parece que él no siguió esos mismos consejos, porque estuvo sancionado, en 2007, por dopaje sanguíneo. Un detalle relevante detrás de este apoyo “incondicional” del actual primer ciclista de la selección Astana es que, si se hubiera aceptado la separación de Contador, entonces el club habría perdido la prima económica de casi 500 mil euros, obtenida luego del triunfo español en el Tour 2010.
Valverde expresó su deseo de que la solución al caso Contador sirviera de precedente para el futuro y no se cometieran más injusticias. Esto se ajusta con las posiciones que él ha asumido ante el castigo de dos años que recibió por su participación en la llamada “Operación Puerto”. Con estos amigos, difícilmente necesite Contador más enemigos.
El número de críticos de Contador ha aumentado desde que se conoció el fallo de la Federación española. Quizás las declaraciones más curiosas hayan sido las emitidas por diversos grupos ganaderos. Para ellos que se reconozca la existencia de carne contaminada por clembuterol no es nada bueno y podría afectarlos en sus negocios, así que no demoraron ni un minuto en atacar la absolución del ciclista.
Según un comunicado de la Asociación española de productores de vacuno de carne Asoprovac-Arabovis, Contador faltó a la verdad contra este sector, al poner en duda los exhaustivos sistemas de control a los que se somete la carne de vacuno en la Unión Europea. Aunque a los ganaderos posiblemente les afecte el volumen de ventas de carne y tal vez disminuyan, por un tiempo, los pedidos de especialidades de res en los restaurantes— al menos en los españoles—las críticas más fuertes vinieron desde la UCI y diversos medios de comunicación en Europa.
Uno de los que más se molestó por la determinación española fue el presidente de la UCI, Pat McQuaid. “No ayuda a la imagen de España”, aclaró el directivo. Este daño a la credibilidad también fue compartido por el Comité olímpico internacional, a través de su vicepresidente, Thomas Bach, quien aseguró que dadas las circunstancias incriminatorias del dopaje, “la excusa de Contador con el filete de carne no era precisamente una de las más originales”.
La prensa deportiva europea utilizó los más fuertes calificativos para referirse a Contador. En Alemania llamaron a España una “república bananera” y “paraíso de los que se dopan”. Según el diario francés L’ Equipe el caso fue un “bochornoso asunto de Estado”; mientras La Gazzetta dello Sport afirmó que el escándalo no ayudaba a ganar credibilidad en la lucha contra el dopaje.
Como era de esperarse, la Federación española se defendió verbalmente ante los ataques y Contador aprovechó cada espacio mediático para mostrar su alegría por la exculpación; sin embargo, su caso parece estar lejos de considerarse “cerrado”. La UCI y la AMA podrían acudir al Tribunal de arbitraje deportivo para confirmar la separación del atleta; aunque todavía no hay seguridad sobre este movimiento.
El resultado para el ciclismo, de cualquier forma, es muy negativo, pues aunque nunca se sepa si la carne de res fue realmente la causante del dopaje de una de sus principales estrellas del momento, otra vez este deporte olímpico ha sido centro de una intensa polémica, vinculada al doping. En ella, con o sin sanción, todos salieron perdiendo.
Publicado en Cubasí
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