El ómnibus en el que me trasladaba pasó cerca del estadio Latinoamericano. La noche ya había caído sobre La Habana y cerca de mí dos personas “conversaban”, es decir, gritaban, sus impresiones sobre el último partido entre Industriales y Santiago de Cuba, los grandes rivales de la pelota cubana.
Cuando no me queda otra opción que subirme—o me suben, a empujones—en el transporte público habanero no suelo interesarme por las conversaciones, muchas veces triviales, que se entablan a mi alrededor. Prefiero “desconectarme”, música mediante; pero esa noche quedaba poca batería en el reproductor y, sobre todo, quise escuchar de qué hablaban mis “vecinos”, porque me duele constatar que cada vez se habla menos de pelota en Cuba. Ya ni siquiera se grita y las peñas deportivas no se llenan como antes. ¿Será que los que discutían ahora están trabajando…como cuentapropistas o con el Estado?
La visita de Santiago de Cuba al Latinoamericano siempre despierta encendidas pasiones en una ciudad en la que no se sabe con certeza cuántos santiagueros la convirtieron en su casa oficial—a veces sin papeles—; sin embargo, esa noche el Latinoamericano estaba completamente a oscuras. Así se ha mantenido durante más de un año. La instalación más emblemática del béisbol en Cuba no tiene luces. Su viejo sistema quedó dañado por el paso del tiempo y durante más de un año Industriales ha tenido que efectuar todos sus partidos en la tarde. En los primeros días de 2011 observé un brevísimo reportaje por la televisión en el que se mostraban las grúas y se aseguraba que ya habían aparecido los recursos para renovar el sistema eléctrico del Gran Stadium del Cerro. El tiempo ha continuado su curso y la oscuridad esconde al principal estadio de Cuba.
El ómnibus siguió su marcha y mis “vecinos” no terminaban por llegar a un acuerdo sobre varios de los problemas fundamentales de la cubanosofía beisbolera, ¿Industriales o Santiago? ¿Paret o Germán Mesa? ¿Víctor Mesa o Javier Méndez? Y allí estaban ellos. Absortos en sus gritos, a veces ofrecían argumentos más sólidos; otras recurrían al más burdo fanatismo; pero al menos nos entretenían y a ratos, internamente, no pocos tomábamos parte por uno de los dos bandos. Atrás, envuelto en una triste oscuridad, quedó el estadio Latinoamericano.
Dicen que están trabajando sobre él y quizás para la postemporada—si Industriales lograra incluirse en ella—entonces, solo entonces, volvería a iluminarse la noche del Cerro. Tengo mis dudas; aunque me gustaría creer que será posible presenciar un partido, después de un día de trabajo, en las gradas que han extrañado la presencia de un público que, por causa del horario diurno, no tiene la posibilidad de asistir al estadio y soñar con títulos y olvidarse, por nueve innings, de las complicaciones e incertidumbres de la vida diaria.
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Miguel..Estoy seguro que algun dia el stadium del cerro recuperara la iluminacion y podremos discutir de pelota alli o en la esquina caliente de 12 y 23……
Saludos…yo también creo eso…en la recuperación del sistema de luces del Latino (que ha tardado demasiado) y en la posibilidad de los que vivimos lejos podamos sentarnos, con calma, a conversar en cualquier lugar de La Habana sobre los más diversos temas