Si Magnus Carlsen aspiraba a recibir una mayor atención mediática y parecerse cada vez más a su entrenador, Garry Kasparov, pues realmente sus esfuerzos han sido exitosos. Es el mejor jugador del mundo, el más patrocinado y ahora también uno de los más polémicos, después que dio a conocer su sorpresivo anuncio en el que aseguró no estar interesado en el sistema de competencia mediante el cual saldrá el retador del campeón Viswanathan Anand.
Cualquier parecido con el camino seguido por su entrenador, Kasparov, podría no ser una mera coincidencia. En 1993 el llamado “Ogro de Bakú” no estuvo de acuerdo con las reglas establecidas por la Federación internacional (FIDE, por sus siglas en francés) para el match por la corona universal y su decisión de formar una organización paralela provocó un cisma que dañó profundamente la credibilidad del juego. Al apartarse del ciclo de candidatos, Carlsen envía un claro mensaje de rechazo a los directivos y políticas de la FIDE.
El consenso en el mundo ajedrecístico ha sido muy difícil de alcanzar. Solo después de una prolongada espera, finalmente en 2006 se unificó el título, con el complejo duelo entre Vladimir Kramnik y Veselin Topalov, ganado por el ruso. Luego en 2007 la FIDE cambió las reglas y organizó la discusión de la corona como un torneo que reunió a ocho jugadores, en México. Allí triunfó el indio Anand. Parece que el sistema de todos contra todos no complació y un año más tarde se recurrió, otra vez, al match para decidir al campeón.
Anand venció convincentemente a Kramnik, en el duelo celebrado en Bonn, Alemania y en 2010 retuvo su corona, gracias a un interesante y muy tenso enfrentamiento con el búlgaro Topalov. Unos meses antes de que el indio triunfara en el match de Sofía, la FIDE había determinado, en su Congreso de Grecia, que para seleccionar al retador en 2011 se utilizaría, únicamente, el método de matches entre candidatos.
De acuerdo con lo establecido en aquel congreso, los ocho aspirantes serían: dos ganadores de los Grand Prix y de Copas del Mundo; Gata Kamsky, pues fue el derrotado en el match semifinal contra Topalov, en 2009; el jugador de mayor coeficiente ELO en el ranking de la FIDE; el propio Topalov, porque cedió frente a Anand y, por último, un ajedrecista de la federación que acogiera a los matches.
Este nuevo reglamento provocó algunas críticas en varios jugadores de la elite, sobre todo con la elección de la sede. El armenio Levon Aronian se negó a visitar Azerbaiyán, por los problemas políticos existentes entre las dos naciones. La FIDE, quizás no solo para complacer a Aronian, movió los matches para Kazan, en Rusia y entonces llegó la protesta de Veselin Topalov, renuente a jugar en cualquier territorio ruso, por los “malos recuerdos del match de Elista”, en 2006.
Sin dudas no era fácil lidiar con tantos intereses y egos. El proceso de negociación fue complejo; aunque después de tantas disputas parecía que la mayoría de los elementos polémicos habían quedado arreglados. Topalov jugaría, los azeríes mantendrían el puesto de Shakhriyar Mamedyarov, incluso cuando no aparecieran como sede y los otros aspirantes supuestamente estaban asegurados: Aronian, Boris Gelfand, Vladimir Kramnik, Teimour Radjabov, Kamsky…y Magnus Carlsen. Entre estos ocho emergería el hombre que le disputaría al indio su corona.
Sin embargo, en el universo ajedrecístico actual las garantías no abundan y la renuncia de Carlsen podría poner en peligro la celebración de los matches, en marzo de 2011. En su carta al presidente de la FIDE, el noruego “explicó” algunas de las razones que lo llevaron a apartarse de la ruta hasta el título. “No es un sistema que sea suficientemente moderno y justo, como para proporcionarme la motivación necesaria, para pasar por un proceso tan largo de preparaciones y duelos, actuando con mi mejor rendimiento”, dijo Carlsen y sus palabras, realmente, convencieron a muy pocos.
Incluso el noruego propuso un sistema que “sí sería de su conveniencia”: eliminar los privilegios del campeón y convocar a un torneo de al menos ocho ajedrecistas del que saldría el monarca. En su carta citó un ejemplo completamente descontextualizado: “Imagínese que el ganador del Mundial de fútbol 2010 se hubiese clasificado directamente para la Copa de 2014, mientras que el resto de los equipos tuviera que luchar por su sitio”. Aquí el noruego “olvida” que no es posible establecer paralelismos entre deportes y eventos muy diferentes. Además, ¡ya él estaba incluido en los matches!
¿Qué pudiera haber detrás de la decisión de Carlsen? Su fuerte nunca han sido los matches. El prodigio prefiere los torneos; pero más allá de esto, al darle la espalda al ciclo pone en una situación complicada a la FIDE, dirigida por Kirsan Ilyumzhinov. Aquí es imprescindible recordar que Garry Kasparov y el propio Carlsen apoyaron efusivamente la campaña de Anatoly Karpov quien perdió la elección a la presidencia de la FIDE, celebrada durante la Olimpiada, en Khanty-Mansiysk. Por tanto, los vínculos no lucen muy amistosos entre la dirección de la FIDE y el prodigio.
Carlsen intenta colocar una presión extra sobre la FIDE y como sabe que su figura—y la de su entrenador—tiene una gran influencia, pues confía en la posibilidad de forzar un posible cambio en el sistema para el campeonato mundial. Además, en la ecuación habría que incluir un posible apoyo de otros jugadores a su propuesta; pero en el supuesto caso de que la FIDE se mantenga apegada a lo aprobado en el Congreso—lo cual es previsible—, entonces el desinterés del prodigio le restaría credibilidad al título y a la organización. Objetivos similares tuvo Kasparov en 1993.
El prodigio todavía no cumple 20 años y talento no le falta. Sabe que tiene tiempo suficiente para optar, en otro momento, por la corona. Ahora combina sus actividades en los tableros con la vida como modelo de la marca de ropa G-Star Raw. Diversas empresas lo patrocinan y su figura cada vez atrae más la atención. “Genio”, “Mozart del ajedrez” son algunos de sus calificativos; sin embargo, el hecho de apartarse del camino por la corona universal lo convierte, repentinamente, en el “chico malo del ajedrez” y aunque tal vez algunos aplaudan su gesto, en realidad es difícil comprender que Carlsen se sienta “aliviado” por la decisión, como declaró en una de sus últimas entrevistas.
Publicado en Cubasí