El australiano Peter Norman no sabía exactamente qué iba a suceder, pero intuía que aquella ceremonia no sería igual a otras. Unas horas antes, Norman fue protagonista de una de las noticias más sorprendentes cuando superó al estadounidense John Carlos, aunque el esfuerzo no fue suficiente para sobrepasar al norteño Tommie “Jet” Smith quien registró un tiempo impresionante: 19,83 segundos y no tuvo problemas para ganar la final de los 200 metros.
Era octubre de 1968 y en la Olimpiada de México se utilizaba por primera vez una pista sintética para el atletismo. Esa innovación y la altura sobre el nivel del mar de la capital azteca propiciaron marcas inolvidables, entre ellas el estirón increíble de Bob Beamon hasta los 8,90 metros en el salto largo, un récord que estuvo vigente 23 años. Mientras los atletas se reunían en México, muchos en el mundo habían levantado su voz por un imprescindible cambio social. En Vietnam se vivían días sangrientos, los estudiantes en París continuaban con sus reclamos y en los días previos al inicio del evento el ejército mexicano había provocado la matanza de Tlatelolco.
Norman no era el favorito en la carrera de los 200 metros y quizás por eso disfrutó tanto su medalla de plata. En los minutos previos a la ceremonia, Tommie y John Carlos se acercaron al australiano y le entregaron una pequeña insignia que simbolizaba un reclamo por los derechos civiles. Sin pensarlo dos veces se la colocó en el pecho y marchó junto a los estadounidenses hacia el podio.
El himno del vencedor comenzó a escucharse en el estadio azteca. ¡Oh say can you see…y en ese momento el estupor se apoderó de Norman. A su lado, Tommie y John Carlos, ya sin zapatos, habían agachado su cabeza y levantaban el puño derecho uno, el izquierdo el otro, con un guante negro, en señal de protesta por la segregación racial que se sufría con tanta intensidad en Estados Unidos.
Las estrofas del himno tardaron esa tarde mucho más de lo normal, o al menos esa fue la impresión de Norman quien no podía imaginar que ese valiente acto había sido concebido por los dos estadounidenses mucho antes de que sonara el disparo de arrancada en México.
Tommie Smith y John Carlos no estaban muy convencidos de la necesidad de participar en la Olimpiada. En las aulas de la Universidad de San José State, donde estudiaban gracias a una beca, ambos habían sido influidos por la palabra y la acción del profesor Harry Edward. La lucha por los derechos civiles de los negros norteamericanos estaba en uno de sus momentos de mayor efervescencia y Edward era uno de los que hablaba con pasión del Poder Negro. Allí encontró a muchos seguidores, especialmente entre los atletas de mejores resultados.
La idea de los deportistas era boicotear a la cita estival mexicana, como protesta por las violaciones a los derechos humanos; pero no todos estuvieron de acuerdo con este método. El baloncestista Lew Alcindor, famoso más tarde con su nuevo nombre, Kareem Abdul Jabbar, el poderoso pívot de Los Ángeles Lakers, fue uno de los que se negó a representar a su país en la Olimpiada; sin embargo, otros, como Tommie y John Carlos entendieron que había diferentes formas de protestar y lo estaban demostrando, con su puño derecho en alto, enfundado en un guante negro.
No hubo silencio durante la interpretación del himno. La acción de los atletas provocó rumores en el estadio y probablemente ellos sabían que su acto no sería olvidado y que tendría consecuencias. No les importaba el precio, porque habían realizado ante todo el mundo una denuncia imposible de acallar.
Las consecuencias fueron terribles. El presidente del Comité olímpico internacional en ese momento, Avery Brundage, era conocido por sus posiciones polémicas y expulsó de la villa a los dos corredores. El hecho de portar la insignia que le ofrecieron también fue costoso para Norman. Humillado por el Comité olímpico de su país su nombre nunca más volvió a sobresalir.
Norman murió como un alcohólico, en Melbourne, 28 años después de su apoyo silencioso a la causa que defendían Tommie y John Carlos. Sus compañeros en el podio mexicano lo acompañaron hasta el sepulcro, pues ambos cargaron sobre sus hombros el féretro.
Para los estadounidenses el regreso no incluyó ceremonias de recibimiento. Las críticas en los principales medios de comunicación no tardaron en aparecer. La esposa de John Carlos se suicidó en 1977 y Tommie, después de fracasar en su intento por jugar al fútbol americano, se dedicó a entrenar a los atletas más jóvenes en pequeños centros docentes.
Los reconocimientos tardaron mucho tiempo en llegar. Hoy existe una estatua de Tommie y John Carlos a la entrada de la Universidad de San José State y se les recuerda como símbolos del Movimiento por los derechos civiles de los afro norteamericanos.
250 mil dólares. Ese es el precio por llevarse a casa un pedazo de historia. Tommie, agobiado por la crisis económica, decidió poner en venta dos de sus objetos más preciados: la medalla de oro obtenida en México y una de las zapatillas con las que “voló” en aquella carrera de 200 metros. Los guantes negros mostrados en la protesta desaparecieron. Ahora la presea entrará en subasta. En realidad poco importa dónde terminen las posesiones materiales, pues el significado de su gesto seguirá siendo invaluable.
Publicado en Habana Radio
Quien iba a pronosticar entonces que 40 anos despues un joven negro y extracion humilde seria el preidente electo de la nacion mas poderosa del planeta…
De seguro nadie mi estimado y prolífico comentarista pensó que Barack Obama ocuparía la Oficina Oval (queda por ver si puede retener ese puesto en dos años más). Pero leí con mucha tristeza que Tommie Smith haya tenido que subastar su medalla olímpica. Y sobre todo que un coleccionista estuviera dispuesto a pagar, como mínimo, 250 mil dólares! Su historia se parece a la de tantos otros deportistas que dejaron escapar sus momentos de fama-dinero; aunque, en realidad, Tommie sufrió muchísimas críticas a su regreso a Norteamérica y realmente no tuvo una vida fácil después de su valiente gesto
Tommie Smith estuvo involucrado en Gangas y drogas que casi siempre llevan a estos grandes deportistas a tocar fondo. No se saben administrar y menos invertir. Es lamentable.
Miguel aunque soy independiente vote por Barack Obama…si no sale reelecto, porque hay un movimiento de derecha republicana llamado el «Tea Party» lidereada por Sarah Pallin que amenaza por imponerse, pero ya hizo history.
…bye
Ahhh Miguel,,se me olvidaba ..el mayor income [ingreso] de los deportista proviene de los anuncios publicitarios de ropas de sport o suplementos nutricionales,,si se dana la imagen..pierden millones que no ganan…su gesto fue muy valiente y pago un alto precio por eso,,.
Saludos, sí, la relación entre publicidad-imagen del deportista cada vez es más estrecha. Tiger Woods ganaba (al igual que tantos otros) mucho más dinero por sus contratos publicitarios que por la efectividad de sus birdies. De cualquier forma, el reconocer esto no significa aceptarlo como algo siempre positivo para el deporte