Grité, como tantas otras personas, el gol de Andrés Iniesta cuando parecía que por segundo Mundial consecutivo tendríamos tanda de penales. Afortunadamente no sucedió y creo que fue lo más justo. Holanda tuvo varias oportunidades, quizás las más claras de todo el partido; sin embargo, Robben no supo concretar, Casillas se creció y ya sabemos el final.
España ganó sus últimos cuatro partidos por 1-0. Esto nunca antes había pasado en los Mundiales. Apenas marcaron ocho goles en siete desafíos; pero solo permitieron dos, al igual que Italia cuatro años atrás. Además, la Furia se convirtió en el primer equipo que levanta la Copa después de perder el partido inicial.
La final de Sudáfrica por primera vez en la historia de ocho décadas de los mundiales no tuvo como uno de sus protagonistas a Brasil, Argentina, Italia o Alemania y pienso que eso es muy positivo para el deporte; no obstante, me hubiera gustado ver más fútbol y menos golpes. Doce tarjetas amarillas, una roja (aunque pudieron ser dos, pues la patada que recibió Xavi Alonso en el pecho era para una expulsión sin miramientos), 28 faltas holandesas, 19 españolas dicen a las claras que sobre el cesped del Soccer City, en Johannesburgo, predominó el juego brusco, por encima de una ofensiva que a ratos lució perdida. Me podrán decir que era la tensión, etc, etc, etc; pero creo que había calidad en ambos equipos para enseñar un mejor nivel.
Acabo de ver las imágenes de las celebraciones en Madrid, Barcelona. Imagino que en Cuba esté sucediendo algo parecido. Aquí, en Maracaibo, los carros recorren la ciudad, con las banderas de España desplegadas e incluso escuché fuegos artificiales. De la premiación, por cierto, muy emotiva por los recuerdos de los jugadores que ya no están (las camisetas de Iniesta y Sergio Ramos fueron muy expresivas) dos cosas llamaron poderosamente mi atención: el “paseo de los campeones” que hicieron los holandeses, en una muestra excelente de respeto; aunque por supuesto que ellos no estaban conformes con el resultado, en especial por el arbitraje polémico de Howard Webb y un segundo elemento: Xavi Hernández y Carles Puyol abrazados a la bandera de Cataluña; mientras el resto de sus compañeros, liderados por Sergio Ramos, mostraba la bandera española. Esta reacción de dos jugadores íconos de Barcelona probablemente tendrá repercusiones en la prensa española, tanto madrileña como catalana y solo es necesario recordar todo el revuelo que se armó alrededor de la celebración del primer gol de David Villa.
Termina una Copa en la que no hubo muchos goles; pero sí partidos intensos. En la que no pocos de los llamados “cracks” estuvieron muy lejos de la forma que habitualmente tienen en los clubes que pagan sus salarios millonarios; una Copa en la que supuestamente el fútbol africano mostraría su mejor rostro y no fue así, pues solo Ghana pudo incluirse en los octavos de finales; una Copa marcada por decisiones controversiales y que de seguro pondrá sobre la mesa el tema de las repeticiones televisivas; una Copa con 25 partidos transmitidos en 3D; aunque pocos todavía tienen accceso a esa tecnología; una Copa jugada con una pelota, la Jabulani, que fue polémica hasta el última día. Una Copa exitososa y que dejará grandes ganancias materiales para el país africano más desarrollado. Una Copa que vio coronarse a la generación más brillante de jugadores españoles. Ellos son los campeones del mundo. Merecidamente.
Lo que mas disfrute fue el balon de oro de Forlan es
un premio muy justo y para un latino.
Sí, estoy de acuerdo, un premio justo para una estrella que sí brilló y también para un equipo que junto con Alemania, creo que mostró una mejor imagen que algunos momentos de los finalistas.