Curiosos animales, simpáticos niños, una gigantesca naranja y hasta seres extraterrestres han acompañado durante más de cuatro décadas a las Copas mundiales de fútbol. En estas mascotas sus creadores combinaron características propias de cada país organizador, así como elementos renovadores del diseño y los resultados económicos y también simbólicos alcanzados con ellas han sido muy importantes.
Las mascotas forman parte inseparable de los principales eventos deportivos; sin embargo, su existencia no es tan antigua y se remonta a la década de los sesenta del siglo pasado. La Copa inició la tradición, pues la primera de las mascotas en estos torneos, el león Willie, apareció en Inglaterra, en 1966; mientras en las citas estivales tardaron seis años más y la debutante oficial fue Waldi, en los Juegos de Munich.
Willie causó sensación en el único Mundial que han organizado y ganado los “creadores del fútbol”. El león, con una bandera inglesa en su pecho y una melena que recordaba—y esto no fue casualidad—a la que llevaban los famosos Beatles estuvo en los principales estadios y su figura, sin dudas, trae gratos recuerdos para los ingleses. Luego de ese Mundial su mejor actuación ha sido un cuarto lugar.
Después de Willie comenzó el período de los niños como mascotas. En 1970, en México, fue “Juanito” y en 1974 los alemanes eligieron a los hermanos Tip y Tap como representantes del Mundial que culminó de la forma soñada: con un triunfo en la final ante “la naranja mecánica” de Johan Cruyff. Tip era alto y rubio, con el número 74 en su camiseta; Tap, todo lo contrario: pequeño y moreno.
Otro infante animó el regreso de la Copa a Sudamérica, en 1978. Lo llamaron “Gauchito” y mostró un cómico sombrero y en su mano una fusta, al más clásico estilo de los gauchos de la pampa argentina. Para la versión de 1982 los españoles quisieron innovar y lo lograron. “Naranjito”, una enorme naranja, con una expresión pícara en el rostro, ha sido la única fruta en la historia de las mascotas en Mundiales de fútbol y Juegos Olímpicos.
La etapa de los niños vivió su último ejemplo en México, en 1986. “Pique” llevaba sobre su cabeza el amplio sombrero mexicano, uno de los símbolos más representativos de ese país. En Italia, 1990, otra vez los europeos trataron de romper modelos, porque presentaron a la primera mascota inanimada; pero ciertamente “Ciao”, aquella maqueta mecánica, con los colores de la bandera italiana y una pelota en la cabeza, ha sido una de las menos llamativas en uno de los Mundiales más mediocres.
En Estados Unidos, 1994, reaparecieron los animales y al menos los organizadores del Mundial tuvieron mejor gusto que en la Olimpiada de Atlanta, ya que el perro Striker—delantero, en español—, con su vestimenta de futbolista, despertó simpatías en una Copa de la que muchos estadounidenses apenas escucharon algunos comentarios de la actuación de su selección nacional que avanzó hasta los octavos de final.
La cita en Francia trajo a otro animal y no podía ser otro que el gallo azul, nombrado “Footix”, el cual cargaba siempre un balón en sus manos. Parece que el símbolo galo les trajo buena suerte a los locales, ya que ganaron el Mundial de una manera muy convincente, con la mayor goleada en un partido decisivo: tres goles a cero sobre Brasil.
El viaje de la Copa al continente asiático, en 2002, tuvo varias novedades, entre ellas la presencia de tres mascotas extraterrestres que, según la leyenda de los organizadores, “venían del planeta imaginario Atmozone” y estaban inspiradas en los cómics, tan populares en esa región del planeta.
Quizás la experiencia “no terrenal” no haya sido la más convincente, por eso en Alemania, 2006, regresaron al mundo real y los números demostraron que la segunda mascota en forma de león en los Mundiales, Goleo, fue todo un éxito; aunque la selección germana quedara en la tercera plaza.
La Copa sudafricana tiene como mascota oficial a otro representante del reino animal: el leopardo Zakumi. No se les puede negar a los africanos la creatividad, pues su mascota también tiene varios elementos alusivos al país sede. Por ejemplo, la primera sílaba del nombre compuesto, “za”, referencia a Sudáfrica, mientras “kumi” es una traducción del número diez en múltiples idiomas de ese continente. El color del pelo en el leopardo es verde para “camuflarse en las canchas de fútbol”.
Al revisar la historia de las Copas mundiales de fútbol sobresalen varios detalles y uno de los más interesantes es la estrecha relación establecida entre la sede, su mascota y los resultados del equipo local en el evento. La selección sudafricana nunca ha avanzado a la segunda fase en las dos citas previas en las que ha participado. Ante su afición y con Zakumi no precisamente “camuflado”, sino muy visible en los terrenos o impreso en las más disímiles formas de souvenir, ellos esperan que el leopardo de pelo verde les traiga suerte.
Publicado en Cubasí
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La mascota más horrenda fue el Naranjito, tanto como la actuación española en ‘su’ Mundial. Si queréis recordar aquel desastre os invito a visitar el blog ‘Fútbol con cerveza’ y leer el artículo ’España en los Mundiales: España’82’.
¡Felicidades por el blog!
Saludos Federico. Sin dudas llegar a un consenso en el fútbol no es nada fácil, creo que Naranjito fue una de las más simpáticas (a diferencia de los horribles extraterrestres en Corea del Sur o la de Italia 90), pero ya veo que usted tiene una opinión diferente y eso está muy bien. Aquí en Cuba la Roja tiene muchísimos fanáticos y yo soy de los que cree que este sí pudiera ser «su» Mundial.