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Debates presidenciales en el ajedrez: ¿una nueva escisión?

No pocos pensaron que después del brillante éxito del indio Viswanathan Anand en el match contra el búlgaro Veselin Topalov la estabilidad del ajedrez estaba garantizada; sin embargo, la fortísima lucha por la presidencia de la Federación internacional (FIDE) que protagonizan el actual titular, Kirsan Ilyumzhinov y Anatoly Karpov podría dividir, una vez más, al juego ciencia.

En unos pocos meses—septiembre—se realizará la tan esperada votación en el Congreso de la FIDE y no sería exagerado escribir que nunca antes una elección había despertado tanto interés entre los practicantes, especialistas y seguidores del ajedrez. Ilyumzhinov ha manejado con rumbo incierto a la organización durante 15 años y en ese período no apareció nadie con posibilidades reales de sucederlo en la presidencia; pero Karpov luce, hasta el momento, como el gran favorito.

Ilyumzhinov tiene varios argumentos en su contra y muchos millones de dólares a su favor. Este hombre dice haber invertido enormes cifras de su amplísimo patrimonio en promocionar el deporte; aunque desde las oficinas de la campaña de Karpov, en Nueva York, le recordaron algunos de sus fallidos proyectos: la gestión comercial de la FIDE, el crecimiento global del juego, el Grand Prix de ajedrez rápido y la llamada “Ciudad del ajedrez”, en Dubai.
A todo esto es interesante agregarle otros detalles que caracterizan al mandatario: el líder de la región rusa de Kalmikia supuestamente es un buen negociante; pero nunca ha participado en un torneo; además, su controvertida personalidad lo llevó a afirmar ante las cámaras de televisión que había sido abducido por extraterrestres que lo condujeron a su nave espacial para tomarle muestras y si alguien dudaba de sus palabras— ¿cómo no hacerlo?—pues él “tenía testigos”.

El rival de Ilyumzhinov ha sido uno de los mejores ajedrecistas de la historia. En 1975 se convirtió en el duodécimo campeón mundial y por siempre se recordarán sus matches en la década de los ochenta del siglo pasado contra Garry Kasparov. El apoyo de Karpov a la FIDE no ha cesado y en 1993, cuando el Ogro de Bakú decidió formar una organización paralela, Karpov no siguió sus pasos.

Karpov ha estado dos veces en Cuba y aquí dejó una excelente impresión. El veterano jugador, de casi 60 años, es embajador de la UNICEF y se ha ganado el respeto de varias de las principales figuras del ajedrez en la actualidad. Incluso su gran contrario, Garry Kasparov, parece que firmó la paz con Anatoly — ¿o se trata de un problema de intereses para tener un aliado en la máxima dirección de uno de los deportes más practicados en Rusia?— y le brindó apoyo en la candidatura. A Kasparov se ha sumado su genial discípulo, el prodigio noruego Magnus Carlsen.

Ninguna de estas características y acciones personales importaría para el resultado de la elección si Karpov no hubiera presentado un plan bien pensado con el objetivo de cambiar el funcionamiento de la FIDE. En primer lugar, el ruso considera que los 15 años de gobierno de Ilyumzhinov han sido un fracaso y propuso cinco puntos que buscan revertir el estado actual del juego ciencia: unidad de la organización, transparencia e integridad, receptividad, comercialización y patrocinio, así como el crecimiento de la comunidad base.

Tal vez uno de los mayores problemas señalados por Karpov y sus asesores en la gestión del extrovertido mandatario sea el funcionamiento económico de la FIDE. La organización ciertamente ha recaudado dinero; pero este ha quedado distribuido entre muy pocos jugadores de la elite y, sobre todo, ha terminado en los bolsillos de los principales directivos de la organización, encabezados por Ilyumzhinov. Karpov quiere una mejor distribución, enfocada en las federaciones nacionales, para así impulsar la práctica del ajedrez. En letra impresa la idea luce muy bien, aunque el gran reto será ejecutarla.

La candidatura de Karpov ha sido muy bien acogida por distintas federaciones. El ruso fue nominado por los norteamericanos y ya cuenta con el apoyo de Alemania, Francia y España; mientras, en un inicio, supuestamente la asociación más poderosa del mundo, la rusa, apostó por Ilyumzhinov.

Esa decisión desató una enorme polémica que pudiera dividir al mundo del ajedrez, pues Karpov de inmediato consideró que las palabras de Arkady Dvorkovich, presidente de la junta supervisora de la federación y un estrecho aliado del presidente, no reflejaban el sentimiento general de todos los miembros. Algunos días después, Garry Kasparov fue uno de los asistentes a otra junta extraordinaria que nominó a Karpov; aunque Dvorkovich consideró “ilegítimo” ese encuentro y, lógicamente, Ilyumzhinov dijo lo mismo.

Las contradicciones en la importante federación no le hacen ningún bien al ajedrez. Karpov ha organizado una interesante campaña y se presenta como la persona indicada para impulsar la economía del ajedrez, por lo que debería ganar sin problemas la votación en el Congreso de la FIDE; pero los millones de Ilyumzhinov no son pocos y pudieran comprar, lamentablemente, mucho más que grandes villas en Elista.

Anatoly Karpov y Kirsan Ilyumzhinov estuvieron presentes en el match por la corona entre Anand y Topalov. Uno de ellos realizó el primer movimiento de la séptima partida —no es difícil imaginar cuál de los dos—; mientras el otro disfrutó el duelo alojado en la suite de un hotel de lujo, en la capital búlgara. Todos sus gastos fueron cubiertos por los organizadores. Quizás estas dos acciones muestren algunas de las características principales de las dos personas que luchan por ganar la votación que los conduzca a la presidencia de la organización que rige al ajedrez en el mundo.

Publicado en Cubasí

Vea además:
Todo el seguimiento de ChessBase a la elección presidencial de la FIDE
Calendario del Congreso de la FIDE  (en .pdf)

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