Tuvo un dolor repentino en el pecho y lo llevaron de urgencia para el hospital; pero el corazón de Vassily Smislov, el séptimo campeón mundial de ajedrez, no resistió más. Así el reloj de la partida que fue su vida se detuvo a los 89 años, en los que el maestro obtuvo importantes triunfos sobre los tableros que lo colocaron entre los líderes de la escuela soviética en el juego ciencia.
Smislov pudiera incluirse en la ya larga lista de jóvenes prodigios, pues en 1938, con solo 17 años, obtuvo el título de campeón de Moscú, un premio sin dudas importante porque varios de los principales jugadores del mundo residían allí. Luego, a los 19, fue tercero en un evento aún más fuerte: el campeonato nacional de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Entonces llegó la Segunda Guerra Mundial que paralizó toda la actividad ajedrecística en el planeta. La repentina muerte de Alexander Alekhine, ocurrida en 1946, dejó al mundo sin un monarca y después de concluido el conflicto bélico, la Federación internacional convocó a varios de los mejores ajedrecistas para que disputaran un torneo del que saldría el nuevo titular. Smislov estuvo entre esos invitados.
El genial Mijaíl Botvinnik ganó aquel evento y Smislov terminó en la segunda posición. Estos dos hombres volverían a enfrentarse, en 1954, en un match por la corona, celebrado en Moscú. El duelo fue muy tenso y concluyó igualado a 12 puntos, por lo que Botvinnik retuvo el título; sin embargo, la historia fue diferente en 1957 cuando Smislov, en un match revancha, venció al genio por 12,5 a 9,5 y se convirtió en el séptimo campeón del mundo.
Su reinado fue muy corto, apenas de un año, porque en 1958, en otro match revancha, Botvinnik lo venció. Esa fue la última participación de Smislov en un duelo por la corona. Participó en múltiples torneos de candidatos y estuvo cerca de regresar a la discusión del cetro; pero su sueño nunca pudo concretarse.
Smislov también ocupó titulares en 1983 porque el veterano maestro, de 62 años, enfrentó a un joven talento que no había nacido cuando él ya era campeón: Garry Kasparov.
La longevidad de Smislov en el ajedrez fue impresionante y posiblemente solo Enmanuel Lasker, titular durante 27 años, lo haya superado; pero la juventud se impuso y Kasparov ganó el derecho de retar a Anatoly Karpov. El resto de la historia del llamado “Ogro de Bakú” es conocida: después de la cancelación del match de 1984, triunfó un año más tarde y dominó el ajedrez en las siguientes dos décadas.
Smislov estuvo en Cuba en varias ocasiones, más que ningún otro campeón mundial. Aquí las cosas le salieron bien, pues ganó en dos ocasiones el torneo Memorial Capablanca, en 1965 y 1973, por lo que fue el primer extranjero en repetir su título en el evento ajedrecístico más antiguo de Latinoamérica.
En la primera versión del Capablanca, jugada en 1962 y que contó con la presencia de 22 jugadores, Smislov estuvo muy cerca del primer lugar; pero finalmente terminó en la segunda plaza, igualado con su homólogo soviético Lev Polugaevsky. Ambos quedaron separados a solo media unidad del ganador, el argentino Miguel Najdorf.
Dos años más tarde, en 1964, Smislov retornó a La Habana y una vez más acarició el triunfo e incluso concluyó con la misma cantidad de puntos, 16, que el alemán Wolfgang Uhlmann; aunque el sistema de desempate no lo favoreció.
A la tercera fue la vencida y en la quinta edición del Memorial Capablanca, en 1965— una de las más seguidas de la historia— Smislov obtuvo el ansiado éxito. Una de las atracciones principales de aquel torneo ni siquiera se encontraba en la capital cubana, pues el siempre polémico Robert James Fischer, o simplemente Bobby, no recibió el permiso del Departamento de Estado para venir a Cuba; sin embargo, un inédito acuerdo con los organizadores le permitió al norteamericano jugar el torneo por el teletipo, desde Nueva York.
Smislov ganó de forma convincente el evento, al totalizar 15,5 unidades; aunque estuvo todo el tiempo perseguido por varios jugadores que terminaron separados a medio punto del soviético: Efim Gueller, Borislav Ivkov y también Fischer.
Los viajes de Smislov a Cuba continuaron y en 1967, un año después de la exitosa Olimpiada de La Habana, intervino en su tercer Capablanca consecutivo, solo que el campeón no retuvo su corona. El danés Bent Larsen jugó de forma brillante y totalizó 15 puntos de 19 posibles, dos más que Smislov y Mark Taimanov.
Luego se produjo un receso; pero Smislov quiso regresar y lo hizo por última vez en 1973. Un año antes y durante la siguiente década, el Capablanca trasladó su sede hasta Cienfuegos y allí el maestro soviético alcanzó su segundo título, pues acumuló un gran total de 6,5 unidades en las siete partidas jugadas. Smislov nunca más volvió a Cuba.
La muerte de Vassily Smislov deja al mundo sin una de sus grandes estrellas, quizás la última de la impresionante escuela soviética— aunque todavía queda Boris Spassky—que dominó durante muchísimo tiempo el universo ajedrecístico. Un coterráneo suyo y candidato a la presidencia de la Federación internacional, Anatoly Karpov, caracterizó con breves, pero precisas palabras, a la personalidad de Smislov: “tenía un espíritu muy competitivo, un fino sentido del humor.”
Publicado en Cubasí
Sin dudas una pérdida lamentable para el mundo del ajedrez.