Los anaqueles estaban vacíos. Era una tarde más en la Feria internacional del libro Cuba 2010, en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña y el stand dedicado a los libros con temáticas deportivas contrastaba con otros, en los que las columnas de ejemplares parecían nunca descender ante la mirada indiferente de potenciales lectores.
“Muchos preguntan por la Guía de béisbol o por títulos de boxeo”, me aseguró una estudiante de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana quien junto a sus compañeras, cuidaba una de las salas. “Yo les respondo que esos libros se terminan muy pronto, porque la gente en este país quiere leer sobre el deporte”, concluyó la locuaz chica.
Textos de boxeo, béisbol, incluso kárate ocuparon un espacio en las preferencias de compras de muchos; aunque, sin dudas, hubiera sido deseable no solo una mayor diversidad, sino también un número más significativo de ejemplares impresos, sobre todo si se analiza que estos títulos fueron muy demandados.
Una constante de los libros presentados en la Feria 2010 fue el rescate de la historia. Así pudimos encontrar desde un acercamiento más profundo a ese imprescindible del béisbol cubano que es José de la Caridad Méndez o los tres rounds con el más exitoso entrenador de boxeo de todos los tiempos en Cuba, Alcides Sagarra, hasta las curiosidades recopiladas con gran tino por el periodista Jorge Alfonso.
Esta recuperación desde la literatura del pasado deportivo cubano es vital, solo que también resultaría interesante encontrar, además de las investigaciones, textos donde la ficción nos acercara a figuras legendarias o momentos inolvidables.
Entre los títulos con temática deportiva lanzados en la Feria, quizás ninguno haya llamado más la atención que “Curiosidades beisboleras”. La aceptación—y su rápida desaparición de los anaqueles—es comprensible por el interés que despierta en nosotros todo lo que esté relacionado con la pelota.
“Las curiosidades…” complementan a otros textos aparecidos en el último lustro y permiten enriquecer la bibliografía sobre la gran pasión cubana. La idea es excelente, pues si se analiza la producción literaria en la que el béisbol es protagonista, entonces no es difícil concluir que, lamentablemente, se escribe y publica mucho más fuera de Cuba.
La figura de José de la Caridad Méndez, el llamado “Diamante negro”, ya había sido abordada con anterioridad por Severo Nieto; pero el nuevo libro de Alfredo Santana sobre uno de los mejores peloteros cubanos—probablemente el mejor—de las primeras décadas del siglo XX se agradece, ya que el autor intenta trascender al mero recuento estadístico y mostrarnos las contradicciones, éxitos, desventuras y el olvido en que cayó Méndez.
Para las más jóvenes generaciones, especialmente entre los que todavía no llegan a las dos décadas de vida, el nombre de Alcides Sagarra tal vez no resulte familiar. La desmemoria puede ser terrible, por eso el libro “Tres rounds con Sagarra”, de Marcos Alfonso Pérez, es ya imprescindible a la hora de estudiar cómo evolucionó la escuela de boxeo cubano y el rol jugado por Alcides en los triunfos de los pugilistas nacionales en las más importantes competencias, a partir de la Olimpiada de Munich, en 1972.
El libro le dedica un gran espacio a las tablas estadísticas que ciertamente aportan información valiosa; aunque quizás hubiera sido más interesante que el autor reconstruyera con un mayor detenimiento el contexto en que se desarrolló el boxeo cubano, luego de la eliminación del profesionalismo.
Por último, cuando parecía que se rompería la tradición de presentar la Guía de béisbol en la Feria, finalmente apareció el muy esperado texto. En la portada—no podía ser de otra forma—estuvo el rostro sonriente del director habanero Esteban Lombillo; mientras, a su lado, quedó ubicado el hombre más destacado de los play offs de la 48 edición de la Serie Nacional, el lanzador Miguel Alfredo González y en el fondo la tradicional imagen del equipo campeón.
Hasta aquí muy bien, pues para los seguidores de la pelota— y en Cuba somos millones los que soñamos con bolas y strikes— la Guía, con su amplio recuento estadístico, se ha convertido en una herramienta fundamental para conocer un poco más la historia numérica de nuestros ídolos; pero aquí radica el problema: la Guía queda solo en cifras.
Para próximas ediciones debería considerarse incluir artículos que presenten, de forma amena, qué pasó sobre los terrenos, más allá de quién fue el ganador y quién cayó derrotado. Si esto no se hiciera, ¿alguien recordará en el futuro el gigantesco error de la segunda base Ernesto Molinet y cómo al día siguiente La Habana supo recuperarse del increíble revés? Lo dudo.
Esperemos que para el futuro—ojalá antes de la Feria 2011— el deporte gane un espacio más significativo en el interés de las editoriales cubanas. Los hechos y figuras están allí, solo es necesario que la sagaz imaginación de un narrador los retome, reconstruya y nos devuelva a esos héroes “sin pólvora y sangre”, como una vez escribió Nicolás Guillén.
Publicado en Cubasí
Coincido plenamente con tú comentario. Por cierto tengo dos libros inéditos al que, paradogicamente con tú comentario, nuestras editoriales, ni el COC, le han prestado mucha atención, los titulé: «Los Juegos Olímpicos de la Antiguedad» y «Atenas-1896: El Renacimiento de los Juegos Olímpicos» y ahora estoy terminando: «Los Oscuros Juegos de la Ciudad Luz, París-1900». Son una recopilación de lo que he podido encontrar sobre estos eventos, precedido de una génesis de los deportes que allí compitieron. Considero, como he dicho otras veces, que el conocimiento del olimpismo en Cuba no ha estado a la altura de sus reconocidos méritos deportivos y sus conocimientos sobre deportes.
Quizás el no ser profesional de los medios ha conspirado (soy ingeniero mecánico), pero tampoco me ha valido resultar ganador de los más importantes concursos de deportes realizados en Cuba (que no son muchos), desde hace más de 20 años. Desde los Juegos Olímpicos de México-68 y hasta hoy mi gran pasión ha sido el estudio del olimpismo y eso debiera ser una buena credencial. No obstante me ha dado tremenda satisfacción escribirlos y tenerlos a mi disposición permanentemente, con el insaciable deseo de enrriquecerlos cada día más. Lo que te quiero decir es que desde que llegue a nuestra querida tierra (estoy en misión de colaboración), me pondré en contacto contigo y te los obsequiaré en su versión digital, para que los utilices como quieras hacerlo. Ojalá que todo nuestro pueblo pueda disponer de ellos para su enrriquecimiento espiritual, estoy seguro, y no porque lo escribiera este humilde amante del deporte, si no porque sé lo que gusta el tema en la tierra querida, que se agotarían en la Feria del 2011 o 2012 o 2050.
Un saludo
Armando
Saludos Armando y gracias otra vez por comentar. Concuerdo contigo en que nuestras editoriales ignoran, «olímpicamente», los temas deportivos. ¿Subestimación? Es posible, pero una cosa es innegable: cada libro con temática deportiva que sale al mercado, literalmente desaparece de los estantes en poco tiempo. Ojalá las investigaciones que usted realizó y tuvo la paciencia y el interés en escribir pudieran salir a la luz. Creo que solo con el rescate de nuestro pasado (sin omisiones !!) podremos tener una visión más completa de cómo se ha desarrollado el deporte en Cuba. Espero entonces que cuando regrese al país, conversemos y será un gran placer recibir sus textos.
Miguel Ernesto:
La empatía en el modo de pensar sigue «in crescendu», si algo puedo asegurarte es que en lo que he escrito ha primado la objetividad y he tratado de narrar lo que he podido saber de todos los olímpicos conocidos de esos Juegos (te repito de TODOS, no sólo de los campeones), con sus virtudes y defectos, con sus penas y glorias, con independencia de su posición de clases, su nivel social o la supuesta forma de pensar. Es decir, sin mistifaciones.
Cómo tú conoces, hasta ahora sólo he podido hablar de un cubano: Ramón Fonst, pero te sorprenderás cuando sepas que no es la única relación que tiene Cuba con esos primeros Juegos. En lo adelante seguiré con el mismo estilo, haciendo especial enfásis en nuestros compatriotas.
Nos veremos pronto. No sé si te he dicho pero somos «vecinos», soy espirituano.
Saludos