El prodigio noruego Magnus Carlsen volvió a demostrar que es el mejor ajedrecista del mundo; aunque en su triunfo en el primer Gran Slam de la temporada, como él mismo reconoció, tuvo algo de suerte y tal vez le faltó en sus declaraciones finales agradecer al cubano Leinier Domínguez quien jugó un rol importante en la decisión del súper torneo Corus de Wijk aan Zee.
La explicación de ese “agradecimiento” es sencilla: al llegar a la última ronda Carlsen tenía medio punto de ventaja sobre el ruso Vladimir Kramnik y el español Alexei Shirov. Precisamente este excelente jugador, de origen letón, enfrentó a Leinier y trató por todos los medios de lograr la victoria que le hubiera permitido alcanzar al noruego en la cima.
Shirov comenzó el Corus de una forma impresionante, pues derrotó a cinco rivales de forma consecutiva; sin embargo, luego perdió el rumbo y algunas partidas también, por lo que necesitaba desesperadamente el triunfo sobre Leinier.
El español se lanzó a un furibundo ataque que lo condujo a sacrificar hasta dos piezas y consumir muchísimo tiempo en el reloj. En un momento varios analistas pensaron que el europeo tenía el triunfo garantizado; sin embargo, Leinier supo defenderse muy bien y la partida concluyó con la división del punto. En la otra mesa, ya al tanto del resultado de Shirov, Carlsen sin dudas respiró aliviado; aunque su posición ante el italiano Fabiano Caruana era más que complicada.
No obstante, el número uno del ranking mundial, el hombre entrenado por Garry Kasparov, aguantó la presión y con las tablas celebró su segundo título en el Corus. Shirov y Kramnik compartieron la segunda posición; mientras el titular mundial, el indio Viswanathan Anand, quedó un punto por detrás; pero el monarca no pareció esforzarse al máximo en algunas partidas y quizás reservó sus energías para el esperado match por la corona ante el búlgaro Veselin Topalov.
La segunda incursión de Leinier Domínguez en el Corus de Wijk aan Zee y el cuarto Gran Slam de su carrera pudiera considerarse desde varios puntos de vista. Primero los positivos: volvió a enfrentarse a varios de los mejores ajedrecistas del orbe y aunque no derrotó a ninguno, al menos dividió el punto con la mayoría y solo cayó ante el prodigio; además, aumentó levemente su coeficiente ELO de 2712 en 1,3 unidades.
En las partidas contra los primeros del ranking, Leinier no tuvo grandes problemas para empatar con Anand, Ivanchuk y Kramnik; también alcanzó una mejor posición frente a Hikaru Nakamura y Peter Leko; pero no pudo concretar en ninguna de las dos ocasiones.
Su sangre fría en momentos críticos se puso a prueba una vez más en sus encuentros con Sergey Karjakin, Fabiano Caruana y Shirov, y en las tres ocasiones salió de las complicaciones con media unidad.
Entre los puntos negativos pudieran considerarse su poca diversidad en las aperturas y defensas seleccionadas, lo cual no es un problema nuevo. Como elemento curioso: la única vez que Leinier salió de su esquema, es decir, en lugar de abrir con el peón rey (e4), empleó el peón dama (d4), obtuvo un brillante triunfo—el único del torneo—sobre el holandés Sergei Tiviakov.
Además, Leinier tuvo dificultades con el control del tiempo. En la pasada Copa Mundial pasó serios apuros y ahora, en el Corus, la situación se intensificó. Con Caruana estuvo a punto de perder por esta vía y contra Carlsen dejó escapar una jugada que le habría dado grandes posibilidades de entablar.
Otro elemento negativo fue, precisamente, el nuevo revés ante el prodigio. Es cierto que con el noruego todos han cedido más de una vez; pero lo de Leinier es preocupante y las estadísticas lo confirman: en total, en partidas convencionales, ambos se han enfrentado en diez ocasiones, con cinco triunfos para Carlsen y cinco empates.
Cada vez que el prodigio conduce las blancas frente a Leinier, sus oportunidades aumentan, pues de los cinco éxitos, cuatro han sido con las piezas de ese color.
Un último detalle sobre Leinier es que nuevamente participó en solitario; mientras la mayoría de sus rivales contaba con la asesoría de un equipo de analistas, incluso el propio Leinier se ha incorporado a trabajar en el equipo de Topalov. La soledad del cubano tal vez no pueda considerarse el factor decisivo en su actuación; pero, sin dudas, influyó.
De cualquier forma, terminar con el 50% de los puntos en un torneo de categoría XIX nunca podrá ser considerado un mal resultado; sin embargo, no pocos esperaban más de Leinier, especialmente en sus partidas ante los rivales menos reconocidos. ¿Regresará Leinier Domínguez al Corus, en 2011? Eso dependerá de los organizadores quienes tratan, por lo general, de invitar a jugadores combativos y, dentro de lo posible, que provengan de diferentes zonas geográficas.
Leinier cumple con todos los requisitos; aunque esta vez su imagen final no se pareció a la de 2009, cuando disputó la corona del Corus hasta la última fecha. Ahora probablemente se reincorpore al trabajo con Topalov; mientras Magnus Carlsen regresa a su hogar con un nuevo título y varios miles de euros más en su cuenta bancaria y, aunque quizás lo haya olvidado, Leinier también formó parte de su éxito.
Publicado en Cubasí
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