Desde el mismo primer snap del partido, cuando Ray Rice tomó el balón y corrió 83 yardas para abrir el marcador hasta la última jugada del período final, todo pareció funcionar a la perfección para los Baltimore Ravens, un equipo que aplastó a los New England Patriots 33-14 en lo que se pudiera calificar como la mayor sorpresa del primer fin de semana de los play offs de la NFL, quizás no tanto por el resultado, sino por la forma en que se produjo.
Todavía no había transcurrido un cuarto y ya los Ravens iban delante nada menos que 24 a 0. Las frías temperaturas y las malas decisiones tomadas por el mariscal Tom Brady acallaron al siempre ruidoso Gillete Stadium, en Foxboro. ¿Qué pasó con la defensa terrestre de los Patriots? Sencillamente no existió.
Un fumble, luego dos intercepciones casi consecutivas y como era de esperarse, los Patriots se desmoronaron. Un equipo famoso por jugar muy bien los encuentros decisivos, mostró su peor rostro. De nada vale recordar los momentos de gloria de la franquicia, cuando ganó en la década anterior 3 Super Bowl. Estos Patriots, aunque Belichick siga como entrenador en jefe y Brady continúe liderando la ofensiva, no se parecen en nada a aquellas versiones.
De los Ravens casi todo son elogios, especialmente el plan ideado por Cam Cameron, pues le dieron una preponderancia tal a los acarreos de Rice y McGee que el mariscal Joe Flacco—quien no estuvo muy bien—apenas tuvo que esforzarse en lanzar el balón. Los Patriots tuvieron una marca de 8 y 0 en casa y habían ganado 11 desafíos consecutivos en play offs. Adiós a los dos récords. Fin de la temporada. ¿El fin de Belichick?
LOS JETS, OTRA SORPRESA
En el primer partido del sábado se produjo, en mi opinión, la mayor sorpresa del fin de semana cuando los Jets resistieron la presión final y vencieron a los Cincinnati Bengals por 24 a 14. Creo que pocos consideraron que los Jets, con el mariscal novato Mark Sánchez, tenían alguna posibilidad ante los campeones de la división Norte de la AFC. Pues la historia fue completamente diferente y Carson Palmer—todavía recuerdo aquel golpe que lo sacó del playoff en la primera jugada, cuatro años atrás—volvió a quedar muy por debajo de lo que se esperaba y ni hablar de Chad Johnson—ah, cierto, Ochocinco, no acabo de acostumbrarme.
LA HORA DE LOS COWBOYS
Reconozco que era de los que no creía en la efectividad de la defensiva de los Cowboys. Las dos blanqueadas para finalizar la temporada sin dudas fueron impresionantes, pero tal vez creí que los play offs pesarían demasiado para los Cowboys, sobre todo si tenemos en cuenta que desde 1996 este equipo no ganaba un desafío.
A esta desconfianza yo sumaba la amplia experiencia de los Philadelphia Eagles en la postemporada, en especial de Donovan McNabb y el poder de Brian Westbrook.
Nada de esto importó, porque los Cowboys lucieron inmensos en su flamante nuevo estadio y desde este momento los considero favoritos para avanzar a la final de la Conferencia. Sí, ya sé que ahora se las verán con Brett Favre y los Vikings, aunque creo que el veterano mariscal recibirá muchísima presión de una línea defensiva que se encargó de mantener a McNabb sin un pase efectivo por casi dos cuartos.
Me pareció muy interesante la reacción del público ante las imágenes televisivas de George W. Bush, aparecidas en la gigantesca pantalla del Cowboy Stadium y que mostraban a uno de los presidentes norteamericanos más impopulares de todos los tiempos, cómodamente sentado en un palco de honor de la instalación. Las rechiflas creo que superaron a los aplausos frente a este personaje sobre el que dudo que entienda mucho de fútbol americano.
EL SHOW OFENSIVO DE ARIZONA
Los números lo demuestran: 51-45, 96 puntos, la mayor cifra alcanzada en un juego de play off. No recuerdo un partido más entretenido desde el SuperBowl XLIII, en el que también estuvieron involucrados los Cardinals. Realmente prefiero los grandes shows ofensivos y en la NFL los Cardinals saben atacar muy bien y, al mismo tiempo, su defensiva deja abiertos demasiados espacios. Solo así se entiende que los Cards hayan perdido amplísimas ventajas: 17-0 en el primer cuarto; 31-10 en el tercero y 38-24 cuando comenzaba el cuarto final.
Arizona tuvo suerte en el tiempo extra, por el error del mariscal de Green Bay, Aaron Rodgers y tal vez ahora los fanáticos que asisten con asiduidad al Lambeu Field vuelvan sus ojos sobre el partido de la próxima semana, entre los Brett Favre-Vikings contra los Cowboys, con el abierto deseo que su estrella durante casi dos décadas no lleve a su nuevo equipo a la final de la Conferencia.