Las autobiografías se han convertido en los últimos tiempos en el lugar ideal para confesar antiguos pecados. Primero fue el pelotero José Canseco quien explicó cómo se dopaba y expuso a la opinión pública nombres de jugadores que también empleaban sustancias prohibidas; ahora le llegó el turno al tenista norteamericano Andre Agassi y su muy publicitado libro “Open”.
En 2005 la autobiografía de Canseco, “Juiced”, provocó enormes polémicas porque, por primera vez, alguien se atrevió a mencionar lo que resultaba evidente: el doping era un grave problema que afectaba a las Grandes Ligas.
Estas declaraciones del primer hombre que conectó 40 cuadrangulares y robó 40 bases en una temporada—aunque, por supuesto, ya nadie cree en sus largos jonrones—lo colocaron en los titulares de los medios y la mayoría de sus compañeros en los Atléticos de Oakland no perdió tiempo en criticar, hasta el cansancio, a quien había violado un pacto secreto nunca firmado.
El móvil principal de Canseco al escribir el libro parecía evidente: el dinero. Su cuenta bancaria creció; sin embargo, sus palabras tuvieron una mayor repercusión porque funcionaron como un elemento más que obligó a la Major League Baseball a emprender acciones contra los tramposos. Los incrementos de controles y la implementación de sanciones—muy leves—, pero castigos al fin, han intentado frenar la crisis de credibilidad en las Mayores; aunque no con mucho éxito.
La pelota es uno de los deportes más golpeados por el doping y quizás algunos pudieran pensar que todavía quedan modalidades “limpias”. En realidad no es así. ¿Cómo evaluar la limpieza? Pues por la cantidad de casos detectados, dirían, y con razón, muchas personas. ¿Qué sucedería si se hiciera público que organizaciones internacionales deportivas encubren el doping de estrellas para no afectar intereses económicos?
El escándalo sería enorme. Por eso la autobiografía del tenista estadounidense Andre Agassi ha despertado tanta expectación. El ya retirado jugador, quien ganó en ocho ocasiones un torneo de Grand Slam, asegura en su libro que en 1997 comenzó a consumir metanfetaminas. Como era de esperarse, su adicción lo condujo a un resultado positivo en un control antidoping, realizado por la Asociación de tenistas profesionales (ATP).
Hasta aquí las revelaciones son, indudablemente, muy fuertes; no obstante, el caso se complica más cuando Agassi explica cómo fue que la ATP manejó la situación. “Mi nombre, mi carrera, todo estaba en juego. Lo que había logrado, por lo que había trabajado, podría significar nada en muy poco tiempo. Días después le escribí una carta a la ATP, llena de mentiras mezcladas con pizcas de verdad.”
En la misiva, Agassi contó que las drogas encontradas en su sistema llegaron allí por “error”, porque uno de sus asistentes acostumbraba a mezclarlas con las bebidas y él las ingirió sin conocer lo que iba junto al líquido. Increíblemente la ATP creyó en estas mentiras y no castigó al atleta.
Las reacciones en el mundo del tenis han sido inmediatas. El español Rafael Nadal, número dos del planeta, afirmó que era “fatal” la actuación de la ATP. “Lo único que puedo decir es que si en ese momento se encubrió a este jugador, y a otros que hayan hecho lo mismo les han sancionado, me parece una falta de respeto a todos los deportistas», aseguró el mallorquín.
Otro español, Sergi Bruguera, fue más allá. En la final olímpica del tenis, en Atlanta 1996, Agassi derrotó a Bruguera y el ibérico ahora declaró que si le retiraran el título al norteamericano, él lo aceptaría gustosamente, pues había competido en desventaja, ya que, aunque Agassi confesó que su primer contacto con las drogas fue en 1997, pocos creían en la fecha.
Mientras, el alemán Boris Becker, un gran rival de Agassi en las canchas, hizo preguntas muy interesantes: ¿A qué viene todo esto? ¿A quién le reporta algo?
Si Canseco abrió la Caja de Pandora en el béisbol con “Juiced” por razones claramente monetarias, Agassi tal vez no presente esa dificultad, al menos así lo consideró la tenista argentina Paola Suárez, en una columna publicada por el sitio online de ESPN.
Las ocho coronas en Grand Slam—cada una valorada en cerca de un millón de dólares—, su participación en campañas publicitarias de importantes empresas, su matrimonio con la estelar tenista Steffi Graff, le ofrecen a Agassi una supuesta solvencia económica. Entonces, vuelve la pregunta ¿por qué, a los 39 años, el norteamericano se abre tanto en su autobiografía?
Suárez cree que con “Open” Agassi pretende “ensuciar” a la ATP por algunas discrepancias sostenidas con los dirigentes de la organización o quizás, escribió Paola, publica el libro para “limpiar su conciencia y quedarse libre de culpa por algo que hizo tiempo atrás.”
Hasta el momento los motivos de Andre Agassi quedan en el campo de la especulación; aunque si se analiza la forma en que se ha manejado la publicidad del libro, con la venta de fragmentos de “Open” a periódicos y revistas; además de la entrevista ofrecida por Agassi al muy seguido programa de televisión “60 Minutos”, el tema económico surge como una explicación más creíble, a pesar de la fortuna acumulada por el norteamericano.
En un mercado editorial cada vez más lleno de nuevas obras que buscan sobresalir es necesario ofrecer no solo las historias de vida de un exitoso deportista; también hay que presentar polémicas y controversias. Canseco lo hizo y le salió bien, por lo menos en la parte financiera. Agassi le sigue los pasos.
Publicado en Cubasí
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