Diego Armando Maradona y Carlos Bilardo se abrazaron; mientras, a su alrededor, decenas de fotógrafos intentaban capturar las imágenes de un momento histórico que los seguidores de la selección argentina de fútbol hubieran deseado que llegara mucho antes; pero nadie podrá negar el enorme disfrute del triunfo sobre Uruguay.
Los dos hombres, alejados por supuestas “serias diferencias”, lloraron luego que el árbitro señaló al centro del campo y con su silbato puso fin a semanas, incluso meses de agonía, en los que no se sabía si Argentina jugaría la Copa del Mundo.
Las escenas vividas en el estadio Monumental de Montevideo quedarán guardadas en la memoria del más universal de los deportes. Más de tres décadas después de su última victoria allí, los argentinos, con Maradona en el banquillo, salieron dispuestos a asegurar su clasificación al Mundial de Sudáfrica 2010 y lo consiguieron, solo que sus actuaciones bajo la conducción del mítico número 10 nunca fueron convincentes.
El cuarto lugar entre diez países, 20 goles recibidos y 23 anotados, apenas ocho puntos obtenidos como visitantes, no son resultados que provoquen admiración, sobre todo si se analiza que la nómina argentina era considerada una de las más completas, solo comparable con la brasileña; sin embargo, ni Messi, Tévez, Mascherano, Demichelis y tantos otros nombres que ocupan titulares en Europa, brillaron frente a los rivales sudamericanos.
Como siempre hizo cuando era jugador y tenía un toque mágico con el balón, Maradona volvió a ser protagonista de un juego de fútbol, esta vez con sus explosivas declaraciones al concluir el último partido eliminatorio.
¿Qué pasó, Diego? ¿Fue la emoción contenida durante tanto tiempo? ¿Acaso resultaron tan agobiantes los ataques de una prensa que no podía explicarse—muchas veces con razón—qué pasaba con las estrellas argentinas? Tal vez una combinación de ambas; pero el genial 10 debió pensar más de dos veces antes de pronunciar las palabras que le quitaron protagonismo al éxito de su equipo y otorgaron nuevos argumentos a sus detractores que continúan abogando por su despido como director.
“No me disculparé”, enfatizó el “Diego de la gente”—título de su autobiografía—y en lugar de celebrar por todo lo alto, los medios de comunicación parecen más concentrados en recordar las historias de Maradona, su reciente viaje a una clínica italiana para someterse a un proceso que le permita bajar de peso y las críticas que algunos jugadores, entre ellos Juan Sebastian Verón, le hicieron al 10 por sus fuertes pronunciamientos.
La reacción ante las declaraciones de Maradona fue inmediata. El presidente de la Federación Internacional (FIFA), el suizo Joseph Blatter, aseguró: “no nos queda otra opción que pedir al Comité que actúe contra Diego» y un portavoz del máximo organismo del fútbol mundial explicó que ellos habían abierto un expediente contra el entrenador argentino y sería el Comité disciplinario el que tomaría la decisión final.
Cinco partidos de castigo, quizás dos o una amonestación y miles de dólares de multa. Estas son posibles variantes que manejarán los directivos de la FIFA. De cualquier forma, el resultado es muy negativo para Maradona quien otra vez provoca exabruptos con cierta parte de la prensa de su país que no se ha cansado de criticarlo por el pobre papel en la eliminatoria mundialista.
Faltó muy poco para que Argentina quedara sin clasificar a un Mundial por primera vez en su historia y esto, en un país donde el fútbol es pasión, generó enormes discusiones, especialmente después que Maradona recibió la responsabilidad de dirigir al equipo, luego de un incierto comienzo con Alfio Basile.
Esa decisión fue muy polémica por la pobre experiencia de Diego como director; pero Julio Grondona, presidente de la Asociación argentina de fútbol, confió en que Maradona sabría conducir a un grupo de jóvenes estrellas que crecieron admirando su juego. La realidad fue mucho más compleja, pues la gran figura, Lionel Messi, quedó muy lejos del nivel que muestra habitualmente en su club, el Barcelona de la Liga española; aunque no fue solo el caso de Messi.
A pesar de los sustos, de las derrotas aplastantes ante Bolivia y Brasil, de los constantes cambios de jugadores en las principales posiciones, de los desencuentros con Juan Román Riquelme, de las críticas por sus pobres charlas técnicas, la Argentina de Diego Armando Maradona estará en el Mundial de Sudáfrica, en el verano de 2010. No es exagerado decir que la Copa estaría incompleta sin la selección albiceleste.
Publicado en Cubasí