Las lágrimas de Lula de Silva mostraban a un hombre realmente emocionado después que el Comité Olímpico Internacional (COI) le otorgó a Río de Janeiro la sede de la cita estival de 2016. La noticia se vivió de diferentes formas: en Copacabana la fiesta contagió a todos; mientras, Madrid sufría la decepción de fallar en su tercer intento por acoger a los Juegos. ¿Qué elementos influyeron en el triunfo de la populosa ciudad sudamericana?
De las cuatro candidatas, Río y Madrid eran las grandes favoritas; aunque algunos, antes del inicio de la sesión del COI en Copenhague, Dinamarca, todavía le otorgaban posibilidades a Chicago, quizás por la posible influencia del presidente norteamericano Barack Obama quien anunció a última hora que viajaría hasta la urbe danesa, junto a su esposa Michelle, para apoyar la propuesta de la “Ciudad de los Vientos”.
En realidad de poco valió el discurso de Obama y su ruptura del protocolo al saludar personalmente a cada uno de los miembros del COI, pues Chicago fue la primera eliminada, ya que solo acumuló 18 votos, por 22 de Tokio, 26 de Río y 28 de Madrid.
Minutos más tarde, en la segunda vuelta, tal y como se esperaba, Tokio perdió las esperanzas de recibir otra vez a los Juegos y quedó en apenas 20 boletas; mientras Río logró convencer a la mayoría de los que anteriormente eligieron a Chicago y ganó la ronda con 46 sufragios, por 29 de Madrid.
Los pronósticos se cumplieron: Río y Madrid avanzaron a la votación final y aunque los presidentes y grandes estrellas del deporte decían sentirse seguros del triunfo, nadie podía saber con certeza. Por un lado, el carismático Lula da Silva estuvo acompañado de la leyenda del fútbol, Pelé; también por Joao Havelange, titular durante décadas de la Federación Internacional de fútbol.
Madrid no se quedó atrás y José Luis Rodríguez Zapatero tuvo siempre cerca al rey Juan Carlos, al multimillonario titular del club Real Madrid, Florentino Pérez, al futbolista insignia de ese equipo, Raúl González y al presidente honorario del COI, Juan Antonio Samaranch. El mensaje parecía claro: las dos ciudades contaban con apoyo gubernamental y de los atletas.
Sin embargo, el voto decisivo resultó menos reñido de lo esperado: Río alcanzó 66 boletas y Madrid quedó en 32, la segunda mayor diferencia de todos los tiempos, únicamente superada por el aplastante triunfo de Beijing, en 2001.
Cuando el presidente del COI, el belga Jacques Rogge—quien mantuvo su neutralidad en el proceso electoral—anunció que Río era la elegida, los brasileños presentes en Copenhague, encabezados por Lula, se abrazaron y el júbilo se extendió hasta las arenas de Copacabana, donde miles de cariocas bailaron al ritmo de la samba. La alegría estaba más que justificada: Brasil acogerá en un plazo de dos años a los principales eventos que se celebran en el universo deportivo: la Copa Mundial de fútbol, en 2014 y luego los Juegos Olímpicos.
Varios fueron los elementos que influyeron en la victoria de Río. Uno de los principales resultó el geográfico. La próxima cita estival de verano tendrá lugar en Londres 2012; la de invierno, en Sochi, Rusia. Por tanto, una tercera Olimpiada en territorio europeo no lucía probable.
La rotación por continentes no aparece recogida como una norma oficial del COI; pero en los últimos tiempos sí ha sido un factor a tener en cuenta; aunque, por ejemplo, nunca en la historia una ciudad africana ha recibido la sede. Los analistas coincidieron en que la cita de Beijing hizo descender las posibilidades de una urbe asiática, en este caso Tokio.
Además, la candidatura de Río incluyó en sus presentaciones la idea de llevar la Olimpiada por primera vez a los más de 400 millones de personas que viven en Sudamérica. La única ocasión en que los Juegos se celebraron en Latinoamérica ocurrió en Ciudad México, 1968, así que el medio siglo de diferencia también favoreció.
El argumento geográfico no hubiera funcionado si Río no lo acompañaba de una sólida propuesta en sectores claves exigidos por el COI: infraestructura deportiva y hotelera, sistema de transportación, seguridad financiera y personal.
Río cumplió con las expectativas. La mayor parte de las instalaciones están construidas y en esto influyó notablemente la exitosa organización de los Panamericanos, en 2007. El Maracaná, el Riocenter, el Maracanazinho y el estadio “Joao Havelange”, entre otras instalaciones de excelente calidad, solo necesitan algunas mejoras.
La Olimpiada es un gran negocio y el turismo juega un rol fundamental en las ganancias que puedan obtenerse. Los atractivos turísticos de Río no fueron superados y las presentaciones ante los miembros del COI se centraron en la fama de lugares fascinantes como el imponente Cristo Redentor del Corcovado, el sambódromo y las playas de Copacabana.
En medio de la crisis mundial, Río aseguró tener el financiamiento necesario para afrontar las enormes inversiones que demanda una Olimpiada. Henrique Meirelles, presidente del Banco Central, habló del buen momento económico de su país y destacó el apoyo, no solo del gobierno, sino también de los patrocinadores.
El triunfo de Río fue muy celebrado en toda Sudamérica. Desde Cuba también llegaron palabras de aliento; pero el reto carioca es enorme. Todavía faltan siete años; sin embargo, Lula estuvo acertado al decir que comenzarían a trabajar inmediatamente. Deben hacerlo, ya que solo de esa manera podrán cumplir las palabras del mandatario brasileño cuando aseguró que los Juegos de 2016 “serían los mejores de la historia.”
Publicado en Cubasí