Sudáfrica hizo más resistencia de la esperada, pero Cuba no tuvo problemas para obtener su segunda victoria, 10 por 5 en la Copa Mundial de béisbol.
En un estadio casi vacío—¿a quién se le ocurre cobrar 15 euros por un juego donde se sabía de antemano el ganador?—la selección nacional conectó seis cuadrangulares y acumula 9 en dos partidos; mientras, desde el montículo, Miguel Alfredo González no tuvo ninguna dificultad en pasar con su recta a los débiles bateadores sudafricanos y logró 13 ponches, aunque yo no esperaba que los rivales llegaran a 5 carreras.
Ahora a Cuba solo le resta enfrentar a España y probablemente este sea otro encuentro de amplia ofensiva; aunque las cosas deberán cambiar en la segunda ronda, en Holanda, al menos un poco porque el nivel de los próximos rivales deja mucho que desear. Por ejemplo, el campeón olímpico Corea del Sur presentó “un equipo del ejército”; mientras el doble titular del Clásico Mundial, Japón, presentó una nómina de estudiantes universitarios. Estas decisiones le restan credibilidad e interés a la Copa.
Del primer juego de Cuba (victoria sobre Puerto Rico, 10 a 0) me llamaron la atención algunas cosas que coloco en pequeñas líneas porque ya se ha escrito muchísimo acerca del desafío:
– Norge Luis Vera volvió a demostrar que no le fallan los nervios en eventos internacionales (no sucede siempre así en las Series Nacionales) y estuvo impresionante en sus siete capítulos
– El debut de José Dariel Abreu con el equipo nacional. Primer lanzamiento: jonrón de línea por el jardín derecho. No se podía pedir más.
– Los pocos cambios del mentor Esteban Lombillo. Con el partido ampliamente favorable a Cuba, ¿por qué no traer a los suplentes? ¿Por qué mantener a Vera durante siete capítulos? La Copa será muy exigente, pues en 17 días se podrían jugar 14 desafíos, así que todos deben estar listos.
– El árbitro principal ciertamente estuvo impreciso en el conteo de las bolas y los strikes. Los boricuas protestaron con razón, pero la amplia victoria cubana por supuesto que no se debió a los desaciertos arbitrales, aunque los puertorriqueños parece que no lo entendieron así. Allá ellos.
– Nadie mencionó que el manager boricua, Eduardo Pérez, es hijo de uno de los mejores peloteros cubanos de todos los tiempos y uno de los cuatro miembros de nuestro país del Salón de la Fama de Cooperstown: Atanasio “Tany” Pérez.
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