Nadie puede negar que el voleibol sea uno de los deportes más practicados en todo el mundo. La Federación Internacional (FIVB) de esa modalidad cuenta con más de 200 naciones afiliadas y los principales torneos reciben una amplia cobertura mediática y los patrocinadores, aún en tiempos de crisis, no faltan; sin embargo, el panorama era completamente diferente a finales de los años ochenta.
Ante los problemas existentes en aquella época, la FIVB decidió presentar un evento que en poco tiempo contribuyó a la expansión del voleibol: la Liga Mundial.
En 1990, durante la primera versión, eran solo ocho equipos y “apenas” un millón de dólares en premios, otorgados por los patrocinadores. Casi dos décadas después las cifras son elocuentes: más de 10 millones que se reparten entre los 16 equipos, de acuerdo con sus resultados.
Las reglas para participar en la Liga son muy estrictas y si algún país no puede cumplirlas, entonces queda fuera. En primer lugar, la FIVB exige una instalación con las más modernas condiciones de juego, al menos en cuanto al tabloncillo; además, es imprescindible contar con el apoyo de una televisora de alcance nacional para así garantizar la difusión de los partidos.
Otro punto está relacionado con la asistencia del público. Si antes no era tan importante, en los últimos años la FIVB ha decidido excluir de la Liga a aquellos países con menor cantidad de fanáticos en los estadios. Históricamente Brasil es la nación que más personas atrae, seguida por Cuba.
La Liga introdujo grandes cambios a partir de 1999 y se comenzó a jugar desde esa fecha bajo el sistema de “rally point”, con sets de 25 puntos; aunque sí se mantuvo la estructura del quinto y decisivo parcial, en el que ganador debe llegar a los 15 puntos.
Italia y Brasil han dominado la Liga de una manera tan convincente que los europeos acumulan ocho título, los sudamericanos siete y luego aparecen cuatro naciones con un solo campeonato: Cuba, Rusia, Holanda y Estados Unidos.
La superioridad italiana se hizo sentir en las primeras versiones de la Liga. Los discípulos del director Julio Velasco, con grandes estrellas como Andrea Zorzi, Lorenzo Bernardi, Andrea Gianni y el pasador Paolo Tofoli fueron invencibles hasta el 2000; pero en ese lapso no pudieron conquistar los títulos olímpicos de Barcelona, Atlanta y Sydney.
Entre 1990 y 2000 los italianos solo dejaron escapar las Ligas de 1993, ganada por Brasil en Río de Janeiro; Holanda, en 1996, también como local, y Cuba, en 1998.
Luego del retiro de los líderes del sexteto europeo, llegó el turno de Brasil, un equipo brillante y que fue capaz de ganar cinco torneos consecutivos (2003-2007), un récord muy difícil de igualar. Entre sus principales atletas estuvieron Nalbert Bitencourt, Gilberto Godoy “Giba”, Gustavo Endres y también el experimentado pasador Mauricio Lima, a pesar de que este no jugó mucho tiempo durante el período de esplendor de su selección.
CUBA EN LA LIGA
Las estadísticas vuelven a ser elocuentes: Cuba ha estado en 19 de las veinte ediciones efectuadas (contando la de este año) y ocupa el cuarto lugar general en el balance de juegos ganados y perdidos.
Con la excepción de la cita inaugural, los cubanos han jugado siempre la Liga y alcanzaron sus mejores resultados en la primera mitad de la década de los noventa cuando los duelos ofensivos entre Joel Despaigne y el italiano Andrea Zorzi cautivaban a la audiencia; pero los europeos fueron superiores y lograron cinco triunfos frente a Cuba en los partidos por la discusión del título.
El punto culminante del voleibol cubano en la Liga ocurrió en 1998. Aquel equipo, liderado por Osvaldo Hernández, ganó de forma invicta el torneo final, con triunfos sucesivos ante Rusia, Italia y Holanda. Además del título y las cinco medallas de plata, el sexteto tiene dos bronces (1995, 2005).
Varios han sido los directores que han comandado a la selección nacional, desde Orlando Samuell, sin dudas el más experimentado, hasta Juan Marino Díaz, campeón en 1998.
Lamentablemente el voleibol cubano ha afrontado diversos problemas en la última década y un rápido vistazo a las nóminas de las pasadas Ligas permite apreciar con facilidad continuos cambios en la alineación. Desde 2005 la selección no ha podido intervenir en una ronda final, en gran medida por las injustas decisiones de la FIVB en 2006 y 2007, ya que en esos años Cuba tuvo un buen récord; pero el equipo no pudo ganar el grupo y no fue invitado a la discusión de las medallas.
Por casi veinte años la Liga Mundial ha ocupado un lugar central en el calendario internacional. Sus aciertos son visibles; también sus errores. Muchos prefieren remitirse a las millonarias cifras que reparte el torneo como principal medidor de su éxito; pero otros, quizás más acertados, centran sus análisis en cuánto ha aumentado la difusión y práctica del voleibol por todo el mundo gracias a que, invariablemente, dos meses al año los mejores jugadores del orbe se reúnen para disputar el título de la Liga.
Publicado en Habana Radio