La expectación era enorme en el estadio Houphouet-Boigny, en Abiyán, Costa de Marfil, por observar el regreso a la selección nacional del ídolo local, el delantero Didier Drogba quien juega para el Chelsea de la liga Premier inglesa.
Más de 30 mil personas pagaron su entrada para presenciar el partido entre los marfileños y la débil selección de Malawi. Era el primer juego de la ronda clasificatoria africana rumbo al Mundial de Sudáfrica 2010 y, a pesar del enorme favoritismo de los liderados por Drogba, el recinto estaba complemente lleno.
Los problemas comenzaron cuando varios miles de fanáticos, sin entradas, quisieron irrumpir por la fuerza en el recinto. La desesperación los llevó a romper una valla y, ya dentro, desataron una enorme avalancha humana que empeoró después que los policías respondieron con gases lacrimógenos. El triste resultado de la combinación de las acciones violentas de ambas partes fue de 22 muertos—la mayoría por asfixia— y cerca de 130 heridos.
La tragedia del Houphouet-Boigny lamentablemente se suma a una lista extensa de hechos similares en África, ocurridos en la última década, siempre en los estadios de fútbol, por mucho el deporte más popular en ese continente. Las agencias de prensa se han encargado de preparar cuidadosas cronologías que demuestran cómo la violencia, el desorden y el caos se han incrementado notablemente y las medidas de seguridad tomadas hasta el momento lucen insuficientes.
El 9 de julio de 2000, en Harare, Zimbabue, 13 fanáticos murieron luego que la policía lanzara gases lacrimógenos a una enorme multitud de más de 50 mil personas hacinadas en un estadio con una capacidad inferior.
Unos meses más tarde, el 11 de abril de 2001, en el “Ellis Park” de Johannesburgo, mientras se enfrentaban los dos líderes de la liga sudafricana, los Kaiser Chiefs y Orlando Pirates, el interés desmedido de las personas fuera de la instalación por ver el desafío provocó una estampida—hecho que encuentra demasiados puntos en común con el de Costa de Marfil—y hubo 43 muertos.
Los primeros meses de 2001 fueron muy violentos porque después del desastre en Sudáfrica, en menos de 30 días los amantes al más universal de los deportes vivieron otro momento tenso cuando el 9 de mayo de 2001, en la capital de Ghana, Accra, un juego entre dos clubes de ese país terminó de la peor manera: los gases disparados por la policía para calmar a los fanáticos que tiraban sillas y botellas al terreno indujo a que la concurrencia, al unísono, intentara abandonar el estadio. La estampida terminó con 126 muertos y se convirtió en el peor desastre del fútbol africano.
Los actos de violencia y las tragedias no han quedado solo en África. Por siempre se recordará el intenso drama de mayo de 1964, en Lima, cuando chocaron Argentina y Perú y la avalancha humana costó 318 víctimas mortales, además de 500 heridos.
Europa también tiene “puntos negros” en su historial. Entre los hechos más recordados está la final de la Copa de Europa, el 29 de mayo de 1985, en Bruselas. Ese triste día jugaron Liverpool y Juventus. Los “hooligans” ingleses, conocidos en todo el mundo por su abierta incitación a la violencia y actos racistas, iniciaron una riña con los seguidores italianos quienes fueron aplastados contra un muro que, finalmente, colapsó y esto condujo a la muerte de 39 fanáticos. Como castigo, los clubes de la liga Premier estuvieron cinco años sin intervenir en competiciones europeas.
Otro momento en el que reapareció la violencia fue en Sheffield, Inglaterra, en 1989, cuando 96 hinchas del Liverpool murieron después que la policía abrió las puertas del estadio para permitir el ingreso de las personas en una instalación ya repleta. Las críticas llevaron a los organizadores de esa prestigiosa liga a eliminar, de por vida, las cercas en las instalaciones e introducir una cláusula que forzaba a todos los asistentes a tener un asiento garantizado antes del inicio de los desafíos.
Sin dudas es triste leer las “comparaciones” entre las tragedias. Algunos comentaristas incluso se atrevieron a describir los hechos en Costa de Marfil como incidentes, ciertamente graves, pero “menores”, al tener en cuenta las cifras de fallecidos. Quizás esos “comentaristas” olvidaron que somos más que números; pero ¿de qué asombrarnos? En el estadio de Abiyán, después de los cientos de heridos, los muertos, la violencia… el partido de Costa de Marfil y Malawi no fue suspendido: ganaron los locales por 5 a 0, gracias a dos goles de Drogba. Un triunfo descolorido para una jornada—otra más— de luto en el fútbol mundial.
Publicado en Cubasí