En marzo de 2006 el mundo del béisbol vivió uno de los momentos más memorables de su historia: por primera vez los mejores peloteros vistieron el uniforme de sus naciones y se enfrentaron en el Clásico Mundial.
El primer Clásico constituyó un éxito desde varios puntos de vistas. En primer lugar, al menos en mi opinión, se demostró que el béisbol es un deporte con millones de seguidores por el todo el mundo y, por tanto, merece el retorno al programa oficial de los Juegos Olímpicos. Los directivos de la Asociación Internacional (IBAF) de seguro utilizarán al Clásico, y sus análisis antidopajes, como otro argumento para solicitar el tan ansiado regreso, aunque deberán tener mucho cuidado cuando enfoquen este torneo. La explicación es sencilla: el Comité Olímpico (COI) sacó al béisbol de Londres 2012, entre otras cosas, porque supuestamente en el torneo estival no participaban los mejores jugadores, que en su lenguaje quiere decir los peloteros de la Major League Baseball (MLB).
En el Clásico, auspiciado por la MLB, lógicamente sí intervinieron estos peloteros, pero lo hicieron en una fecha conveniente para las Ligas Mayores, es decir, en marzo, durante el entrenamiento de primavera de los jugadores. Las citas estivales se desarrollan, por lo general, en los meses de verano cuando en los Estados Unidos el torneo está en su momento más interesante y los dueños de los 30 equipos de seguro no estarán dispuestos a detener su campeonato.
Una conclusión de este breve análisis podría ser que, aunque la IBAF muestre al Clásico como un gran triunfo, no deberá confiar plenamente en que el Comité Olímpico, integrado en su mayor parte por europeos, aplauda y apruebe las nuevas gestiones del béisbol. Todavía quedan muchos intereses en contra del reingreso del deporte de las bolas y los strikes.
Otra barrera que derribó el Clásico 2006 fue el de la supuesta superioridad de los peloteros norteamericanos. En un torneo diseñado con todas las facilidades para el triunfo del “Team USA”, estos ni siquiera pudieron avanzar a las semifinales y, contra los pronósticos de la mayoría de los expertos, Cuba y Japón discutieron la final.
Además, el Clásico cumplió con su principal función desde el punto de vista de los directivos de la MLB: aportó 100 millones de dólares. De esta cifra, más de 40 fueron repartidos entre los equipos y jugadores, con la única excepción de Cuba que donó sus millones para los damnificados del huracán Katrina.
En la primera edición del evento se tomaron una serie de medidas que, sin dudas, conspiraron en contra del Clásico. La más importante de estas medidas fue, por supuesto, la regulación de los lanzamientos. Como los lanzadores estaban en la mitad de su entrenamiento de primavera, entonces los dueños impusieron un riguroso control de los envíos y esto impidió el brillo de varios lanzadores abridores, obligados a abandonar el montículo cuando no habían permitido libertades.
La fecha del torneo también fue utilizada como pretexto por jugadores, y hasta equipos, para justificar su mala actuación. Para evitar estas justificaciones, se evaluaron diversas propuestas. Por ejemplo, algunos plantearon realizar la etapa clasificatoria en la segunda quincena de marzo y dejar las semifinales y la final para la semana del Juego de las Estrellas de la MLB. Con esto, según su explicación en aquel momento, se aseguraría que los equipos pudieran contar con los peloteros en su mejor estado físico. Sin embargo, la propuesta tuvo como punto débil que un Clásico dividido en dos momentos conspiraba contra el espectáculo ya que el fanático podía perder interés en el torneo.
Otra opción analizada fue la de realizar el Clásico en noviembre, después de concluida la Serie Mundial de la MLB; pero esta propuesta también tuvo detractores, sobre todo los dueños de equipos de las Ligas invernales latinoamericanas que por esa fecha están en la mitad de su temporada.
El presidente de la Asociación de Jugadores de la MLB, Donald Fehr opinó que no funcionaba intentar compaginar los calendarios para buscar algún beneficio en cualquier otra época del año que no fuera marzo, así que se mantuvo el tercer mes del año como fecha del II Clásico.
Para el béisbol cubano, marzo es un momento ideal ya que en ese período los jugadores que intervienen en la 48 Serie Nacional están en óptima forma física, como lo demostró el primer Clásico.
Solo nos falta esperar y también desear que no se interpongan nuevos obstáculos políticos y que el béisbol pueda vivir momentos tan emocionantes como el jonrón de Yulieski Gourriel ante Panamá, el ponche de Vicyohandri Odelín a Iván Rodríguez y las 97 millas de Pedro Luis Lazo para liquidar a las aspiraciones dominicanas.
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