El hombre mejor pagado en la historia del béisbol, el estelar tercera base de los Yankees de Nueva York, Alex Rodríguez, vuelve a estar en el centro de la polémica para el II Clásico Mundial, ya que todo parece indicar que jugará con República Dominicana y, de concretarse esta decisión, su nombre entraría a los libros por ser el primer pelotero que participa con dos equipos diferentes en el Clásico.
Alex nació en 1975, en Nueva York; pero sus padres son dominicanos y él residió en ese país hasta los ochos años cuando su familia se mudó al sur de la Florida. El resto es conocido: Alex impresionó desde que era un estudiante y fue escogido como el número uno del draft por los Marineros de Seattle; jugó una temporada con los Leones del Escogido, en la liga invernal dominicana, antes de insertarse definitivamente en las Mayores a partir de 1993.
Con los Marineros, Alex ganó varios guantes de oro como torpedero. Los Rangers de Texas pagaron una multimillonaria cifra por un contrato de varios años; sin embargo, en poco tiempo A-Rod—como lo llama la prensa—partió hacia Nueva York en busca de títulos que todavía no han aparecido.
En 2004 A-Rod se incorporó a la franquicia que mayor interés mediático despierta y aunque sus números ofensivos en las cinco campañas con los Yankees han sido buenos, su increíble poca efectividad en los partidos de playoffs y las continuas derrotas de los “Mulos de Manhattan” provocaron la ira de los fanáticos quienes exigen un mejor rendimiento a un hombre que firmó, en 2007, el contrato más elevado de la historia: 275 millones de dólares por 10 años.
La presencia de A-Rod en el primer Clásico, desarrollado en 2006, motivó diversos comentarios críticos en la prensa. Por meses se especuló sobre cuál uniforme finalmente vestiría: el de Estados Unidos o República Dominicana. Las sui géneris reglas del torneo permiten que los peloteros jueguen con cualquier país donde tengan algún tipo de vínculo familiar. No importa la nacionalidad en el momento de efectuarse el Clásico.
Los organizadores argumentan que la cláusula aumenta el nivel del torneo y citan como ejemplo a Italia, una nación que exhibió en 2006 una nómina compuesta en su mayoría por peloteros estadounidenses—Mike Piazza, Dan Miceli, Frank Catalanotto, por solo citar a algunos—, pero que presentaron la documentación donde se demuestra sus vínculos familiares con italianos.
La saga de A-Rod en 2006 duró varios meses. La indecisión del jugador molestó a varios. En diciembre de 2005 anunció que no jugaría por ninguno de los dos equipos “para no deshonrar su ciudadanía norteamericana y su herencia dominicana”, según explicó en un comunicado.
Sin embargo, la presencia de A-Rod era importante para el espectáculo financiero del Clásico y los directivos de la Major League Baseball (MLB) presionaron y en enero de 2006 el jugador se retractó de sus palabras y optó por defender la tercera base de la selección estadounidense.
A-Rod no estuvo mal al bate en el Clásico, pues promedió para 333, con siete imparables en 21 turnos al bate y uno de sus indiscutibles decidió el controvertido juego de la segunda ronda entre norteamericanos y japoneses. Aquel desafío será recordado por la ayuda que recibió el equipo local cuando el árbitro de tercera base decretó out al corredor nipón quien, supuestamente, salió hacia el plato antes de que el jardinero hubiera capturado la bola. Las repeticiones televisivas mostraron el enorme error arbitral; pero el daño ya estaba hecho.
Luego vinieron dos derrotas consecutivas frente a Corea del Sur y México, con las que Estados Unidos y su constelación de estrellas, encabezadas por A-Rod, Derek Jeter y Roger Clemens—todavía no era público su dopaje— quedaron fuera del evento.
Para la segunda versión del Clásico, A-Rod, amparado por la cláusula especial sobre las nacionalidades, ha decidido jugar con República Dominicana y aclaró que esta vez “no habrán dudas y es un sueño de mamá que pretendo cumplir.”
La presencia de A-Rod sin dudas beneficia al espectáculo del Clásico y los organizadores puertorriqueños estarán muy felices con la disposición del jugador, ya que las ventas de camisetas y los tickets para los partidos de República Dominicana en la primera fase del torneo probablemente aumentarán; pero más allá del elemento económico, la forma en que la MLB aborda el problema de las nacionalidades no le hace ningún bien al béisbol en un año que puede ser decisivo para su futuro.
Estas desregulaciones sobre las nacionalidades no existen en ningún otro deporte y de seguro no serán bien vistas entre los miembros del Comité Olímpico Internacional quienes decidirán, a finales de este año, si el béisbol puede regresar al programa oficial de competencias de la Olimpiada de 2016.
La falta de una política seria que combata al dopaje—los diez partidos de suspensión para el pelotero con resultados positivos en un control antidoping son una burla al fanático—; además de las prohibiciones que impiden la asistencia de los mejores jugadores a las Olimpiadas—incluso ahora varias franquicias le han negado el permiso a sus estrellas al Clásico— son elementos en contra del retorno de la pelota al panorama olímpico; pero ese no luce como un gran problema para la MLB. Ellos están concentrados, únicamente, en su Clásico y en la temporada que comienza en abril; aunque el presidente de la Federación Internacional, Harvey Schiller, quiera mostrar lo contrario.
Publicado en Cubasí
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