Desde algún puesto de dirección o en la intimidad del hogar, estrellas como Lourdes Gourriel, Archie Manning y Emilio Correa han presenciado el desarrollo de sus hijos quienes siguieron sus pasos dentro del deporte, y esta herencia genética y cultural posibilita que muchos de ellos estén ya listos para superar la historia escrita por sus padres. Nadie duda hoy de la enorme influencia del factor genético en los atletas. Las características físicas necesarias para practicar determinados deportes pueden transmitirse de generación en generación. Por tanto, un hijo de deportistas estaría mucho mejor predispuesto genéticamente que otro cuyos padres no hayan practicado ninguna especialidad. Los genes influyen; pero no siempre determinan.
Un factor también muy importante, y en ocasiones no analizado con profundidad, es el entorno socio-cultural en el que crece el niño. Al encontrarse rodeado por un ambiente donde el deporte, por lo general, es un tema de conversación casi diario, el futuro atleta incorpora rápidamente conocimientos e intereses que podrían tardar años en aparecer en cualquier otra persona. Luego, como todo joven, intenta parecerse a sus padres, los imita, sus amigos lo animan y hasta presionan para que siga el camino ya recorrido. Además, tampoco se puede olvidar la oportunidad. Un apellido famoso puede apresurar el acercamiento de la persona al mundo en el que sus progenitores son personalidades.
La historia del deporte está llena de ejemplos de hijos y padres exitosos. En el béisbol cubano resaltan varias familias cuyos apellidos son inolvidables. Los hermanos Sánchez de Matanzas brillaron por décadas, en especial dos de ellos, Wilfredo y Fernando, ambos integrantes en múltiples ocasiones de los equipos nacionales.
Otro apellido que inspira respeto es el de Linares. Fidel Linares fue fundador de la Serie Nacional y sus dos hijos, Omar y Juan Carlos, ocuparon titulares en múltiples ocasiones. Resumir en breves líneas la trayectoria de Omar es imposible, pues aunque solo jugó—lamentablemente—hasta los 34 años, se retiró como líder en varios departamentos y sus jonrones en eventos internacionales—sobre todo aquellos tres en la final olímpica de Atlanta en 1996—ayudaron a que Cuba liderara con amplitud el béisbol de los años noventa.
La relación establecida por Lourdes Gourriel y sus dos hijos continúa siendo especial. Por varios años Gourriel fue el director del equipo de Sancti Spíritus y sus consejos y apoyo influyeron decisivamente en la formación de Yulieski como un excelente pelotero, tercer bate de la selección nacional y parece destinado a sobrepasar, sin muchos problemas, los números logrados por Lourdes. El hijo mayor, Yunieski, no tiene la misma calidad que su hermano; pero se mantiene como el jardinero central regular del equipo espirituano.
En las Grandes Ligas norteamericanas también existen casos de hijos y padres que han brillado. Quizás uno de los más interesantes es el de los Griffey. El viejo Ken con seguridad se sintió orgulloso cuando el Ken Júnior debutó, con apenas 19 años, en la Liga Americana, mientras él continuaba en la alineación de los Rojos del Cincinnatti. Este acontecimiento nunca más se ha repetido.
Los hijos pueden superar a los padres y Barry Bonds así lo demuestra. Su padre, Bobby, jugó durante 14 años y participó en tres juegos de las estrellas. El controvertido Bobby es el máximo jonronero de todos los tiempos en las Mayores y, aunque su carrera está manchada por el uso de sustancias prohibidas, lo cierto es que ha dejado una huella en el béisbol.
No solo la pelota cuenta con historias de exitosos padres con hijos que han seguido sus pasos. El gran Emilio Correa conquistó el título olímpico de los 67 kilogramos en Munich, en 1972, y luego fue campeón mundial en La Habana, dos años después. Su hijo, Correa Júnior también optó por el boxeo y alcanzó el título panamericano en Río de Janeiro 2007.
Uno de los mejores boxeadores de todos los tiempos, Muhammad Alí, tiene varias razones para sentirse satisfecho con su hija. Al igual que él, quien proclamaba que podía volar como una mariposa y pegar como una avispa, Laila Alí también ha encontrado en el boxeo una forma de sobresalir. Laila es campeona mundial de diversas organizaciones y posee un impresionante récord de peleas ganadas por fuera de combate.
En el fútbol americano ninguna familia resalta más que la creada por Archie Manning. Por muchos años mariscal de campo, Archie tiene en sus dos hijos a excelentes seguidores. Peyton y Eli, desde la misma posición en el terreno, han conducido a los Colts de Indianapolis y a los Gigantes de Nueva York a los triunfos en el Super Bowl de 2007 y 2008.
Las herencias genéticas y culturales, esas que no pueden legarse mediante testamentos, marcan a los atletas. Tal vez para algunos funcionan como una maldición; otros las han sabido aprovechar y sus nombres están inscritos, junto al de sus padres, entre las estrellas que no podrán ser nunca olvidadas.
Publicado en Cubasí