En el mundo son conocidos como la generación de los videojuegos, sobre todo porque crecieron jugando en sus consolas las diferentes versiones de sagas como Need for Speed y este “entrenamiento” les perfeccionó tanto el estilo de manejar que rápidamente sus nombres coparon los podios de la Fórmula 1.
Lewis Hamilton, Fernando Alonso, Kimi Raikkonen y Felipe Massa son los nuevos rostros de la velocidad. Jóvenes, audaces con el volante, ya millonarios, no exentos de polémica fuera de las pistas y con una atención mediática pocas veces vista, el cuarteto de estrellas ha disputado el título mundial en el último lustro.
Después del retiro del alemán Michael Schumacher, algunos se atrevieron a especular que la F1 perdería interés; aunque otros también advirtieron que la ausencia de un piloto tan dominante posibilitaría que los campeonatos ganaran en rivalidad. El tiempo le dio la razón a los dos bandos.
Los siete títulos mundiales de Schumacher lo colocan en el sitial de honor entre los máximos ganadores de la historia. Schumi dejó atrás a la mítica figura del argentino Juan Manuel Fangio y sus cinco coronas; acaparó el récord de mayor número de carreras ganadas y se convirtió en la imagen de la F1.
Tal vez por este impresionante currículo y por el apoyo tecnológico y monetario que recibía de su escudería Ferrari, sorprendió el anuncio de su partida. Era el fin de una era en la que el alemán lo ganó todo, en especial la temporada de 2004 cuando obtuvo 12 triunfos en las primeras 14 carreras; pero la F1 perdía interés de los fanáticos y en especial el de los patrocinadores, porque el evento se iba de un solo lado.
Entonces la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) introdujo nuevas reglamentaciones que acortaron las distancias entre escuderías muy poderosas, como Ferrari y otras más modestas. La F1 es uno de los deportes en los que la tecnología juega un rol fundamental y ni siquiera la pericia de un piloto logra borrar la diferencia en la potencia de los motores o en los innovadores diseños aerodinámicos de los carros.
Ferrari y McClaren pueden darse el lujo de pagar sumas exorbitantes a un grupo de brillantes ingenieros y diseñadores quienes presentan cada año mejoras sustanciales a los nuevos modelos de autos; sin embargo, el presupuesto de los rivales no les permite llegar hasta allí y antes del inicio del campeonato para todos queda claro que la disputa se centrará en dos, quizás un máximo de tres escuderías y la falta de rivalidad no es bien vista en los negocios.
La F1 comprendió esto y desde 2006, el último año de Schumi, obligó a los equipos a utilizar un único motor durante dos carreras, disminuyó los aditamentos aerodinámicos, obligó a correr sin los cambios de goma —lo que provocó un gran disgusto de algunos constructores y, por supuesto, en las compañías Michelín y Bridgestone.
Las medidas conllevaron a un aumento en la rivalidad. En 2005 el español Fernando Alonso, con Renault, se convirtió en el campeón más joven y terminó la cadena de triunfos consecutivos eslabonada por Schumacher y Ferrari. Al año siguiente la lucha fue más intensa entre Alonso y el germano; pero una vez más se impuso —contra los pronósticos— el coche azul de Alonso.
El adiós de Schumi abrió las puertas para un temporada 2007 muy reñida de principio a fin y que tuvo como uno de sus protagonistas al británico Lewis Hamilton quien trataba de devolver a su país la gloria alcanzada por otros pilotos como Mike Hawthorn, Graham Hill, James Hunt, Nigel Mansell y Damon Hill.
Hamilton tuvo como compañero en McClaren a Fernando Alonso. Las relaciones de las dos jóvenes estrellas nunca fueron cordiales y estos problemas repercutieron en el resultado del campeonato. En la última carrera, celebrada en el circuito de Interlagos, en Brasil, Hamilton tenía una cómoda ventaja sobre el finlandés Kimi Raikkonen y solo necesitaba entrar entre los ocho primeros puestos para asegurar el título; pero falló a la hora buena.
El Ferrari de Raikkonen pasó en primer lugar y el drama alcanzó ribetes de tragedia en McClaren cuando Hamilton no pudo terminar y de esta manera el título regresó a la escudería roja.
La recién concluida temporada volvió a ser espectacular y la carrera final, una vez más en Brasil, resultó muy intensa. De nuevo Hamilton llegó a Interlagos en la primera posición, con siete puntos sobre un Ferrari, conducido por el brasileño Felipe Massa, un hombre con más experiencia que el británico y Alonso.
Ante su público, Massa hizo lo que se esperaba: ganó con comodidad; no obstante, la sonrisa en el rostro de los 70 000 fanáticos que asistieron al circuito solo duró unos minutos más porque Hamilton finalizó quinto, después de sobrepasar en el último giro a un rival y consiguió los puntos necesarios para proclamarse campeón del mundo, el más joven de todos los tiempos. Massa quedó apenas a un punto de diferencia y Ferrari se reafirmó como el líder de los constructores, gracias también al aporte del anterior titular, Raikkonen, tercero en la tabla.
La FIA ya anunció nuevas medidas con el objetivo de aumentar, todavía más, la rivalidad en 2009: reaparecerán los neumáticos lisos, habrá una reducción al mínimo de los elementos aerodinámicos y se probará con la introducción del KERS, un sistema de recuperación de energía cinética.
En este escenario, la generación de los videojuegos promete seguir dando de qué hablar. Talento no falta; excentricidades tampoco; aunque el campeón no se decidirá ahora en Brasil. Los directivos de la F1 decidieron que los millonarios empresarios del petróleo ofrecen más dinero y el campeonato tendrá en Abu Dhabi, en los Emiratos Árabes, a su escenario conclusivo.
Publicado en Cubasí