– ¡Arriba Pata Chula, mete un hit! — gritaba a coro todo el Gran Stadium del Cerro.
El Gran Stadium del Cerro enloqueció. Más de 30 mil fanáticos, entre ellos el Comandante en Jefe Fidel Castro, junto a otras altas personalidades del gobierno revolucionario, se pusieron de pie para ovacionar a los campeones. Sobre el terreno, los jugadores de los Cubans Sugar Kings cargaban sobre sus hombros a Morejón y festejaban el título de la Pequeña Serie Mundial. La Habana era una fiesta esa noche.
Un poco de historia
Los Cubans Sugar Kings pertenecieron a la Liga Internacional, un torneo con categoría de triple A, manejado por el Comisionado de las Ligas Menores del llamado Béisbol Organizado norteamericano. Los Kings tuvieron como antecedente a aquellos Havana Cubans que durante casi una década jugaron, primero en La Tropical y más tarde en el Gran Stadium del Cerro, como parte de la Liga Internacional de la Florida, de categoría B.
Bobby Maduro, el astuto empresario dueño de los Havana Cubans y luego de los Kings, siempre tuvo como uno de sus sueños principales la creación de un equipo de Grandes Ligas que jugara en La Habana. La primera parte del plan incluyó a los Havana Cubans y más adelante, cuando tuvo la oportunidad, estrechó más los vínculos con la organización de los Rojos del Cincinnati y creó, en 1954, los Cubans Sugar Kings. “Un paso más y llegamos” era la frase que muchos murmuraban en clara relación con las posibilidades de los Kings de convertirse en una franquicia de las Mayores.
La Liga Internacional incluía a equipos canadienses y lógicamente norteamericanos. De esas selecciones, dos pasarían a Grandes Ligas algunos años más adelante: los Azulejos de Toronto y los ya desaparecidos Expos de Montreal. La temporada de la Liga Internacional comenzaba casi de forma paralela con las Grandes Ligas y poco después de finalizada la campaña del béisbol profesional cubano.
En la Liga Internacional jugaron muchísimas estrellas cubanas de la década de los cincuenta y algunas que habían logrado la fama en décadas anteriores, como Conrado Marrero, Roberto Ortiz, Perucho Formental, Héctor Rodríguez, por solo citar algunos, aunque la lista es inmensa e incluye a varios jugadores que brillaron en Cuba y también en Estados Unidos.
Algunas personas recuerdan a esta selección como los “Cubans”, pero creo que sería preferible llamarlos solo como “Kings” ya que en la composición del equipo también se incluían un gran número de norteamericanos, sobre todo provenientes de los Rojos del Cincinatti. Cualquier jugador que tuviera un alto rendimiento con los Kings durante la temporada podía ser llamado al equipo de las Mayores, así que la nómina siempre fue irregular.
Los Kings tuvieron su primera campaña en 1954, bajo las órdenes de Regino Otero, luego los dirigió Napoleón Reyes y finalmente Preston Gómez quien se convertiría, años después, en el segundo cubano en dirigir a un equipo de las Mayores—únicamente antecedido por Miguel Ángel González.
Solo en 1955 los Kings pudieron clasificarse para los playoffs, aunque perdieron con el Columbus en la primera ronda.
En 1958 los Kings finalizaron en la última posición de la Liga; pero en 1959 resurgieron y la química entre los jugadores cubanos y norteamericanos funcionó por lo que el equipo concluyó en la tercera posición, con récord de 80 triunfos, 73 reveses, y se ganó el derecho a participar en los playoffs contra las otras tres selecciones que también clasificaron para esa fase final: Columbus, Buffalo y Richmond. En la primera ronda, los Kings ganaron en solo cuatro partidos a Columbus, mientras Richmond fue superior a Buffalo. Entonces se produjo el duelo entre los Kings y Richmond. Aquí se impusieron los Kings, 4 juegos por 2 y lograron avanzar hasta la Pequeña Serie Mundial.
La Serie
La Pequeña Serie Mundial era una serie al mejor de siete partidos que se jugaba entre el campeón de la Asociación Americana y la Liga Internacional.
El rival de los Kings en la Pequeña Serie Mundial de 1959 fueron los Minneapolis Millers quienes vencieron fácilmente en la Asociación Americana. Millers era una sucursal de las Medias Rojas de Boston y en 1959 tenían un equipo liderado por la segunda base Carl Yastrzemski. Los Millers, bajo el mando de Gene Mauch, salieron como amplios favoritos por los fanáticos y por los apostadores. Ellos eran los campeones defensores de la Serie y hacían su tercera aparición en el Clásico en los últimos cinco años.
El primer juego entre los dos rivales se celebró en el Metropolitan Stadium en Bloomington, Minnesota. Inicialmente los tres primeros partidos debían celebrarse en este parque; pero en octubre el invierno golpea con mucha fuerza a la parte norte de los Estados Unidos y el clima resultó otro rival a vencer por los Kings, más acostumbrados al sol de la Florida y de La Habana. Ni la brisa cortante ni el picheo de los Millers pudo frenar a los Kings quienes se llevaron el juego inaugural 5 carreras por 2. Un día después la temperatura disminuyó más y los peloteros de los Kings tuvieron que recurrir, con demasiada frecuencia, al café caliente y una foto publicada en la prensa resume las extremas condiciones en que jugaron los cubanos: en la imagen aparecen los Kings alrededor de un fuego prendido en medio del banco.
No obstante estas dificultades, los Kings tuvieron varias oportunidades de vencer; sin embargo, los lanzadores relevistas no pudieron sostener la ventaja y tres jonrones, entre ellos uno de Ed Sadowski en el final del noveno capítulo, le permitieron a los Millers empatar la serie con un triunfo de 6 por 5.
Supuestamente el tercer partido debía tener lugar en Minnesota; pero el frío y la lluvia obligaron a los organizadores a trasladar la serie hasta la soleada capital cubana. Miles de fanáticos recibieron a los dos equipos por las calles de La Habana y el Comandante en Jefe Fidel Castro anunció que lanzaría la primera bola del desafío.
En la noche del primer día de octubre, en el Gran Stadium del Cerro, más de 30 mil personas saludaron a Fidel cuando este hizo su entrada al estadio a través de las puertas del jardín central. En sus breves palabras antes del comienzo oficial, Fidel aseguró que él estaba allí esa noche como un fanático más y que de la misma manera que la Revolución había triunfado en Cuba, estaba seguro de que los Kings ganarían la Pequeña Serie.
El tercer partido fue otro gran juego, lleno de emociones y decidido en extrainnings por un imparable del jardinero Ray Shearer. Al día siguiente, Fidel también asistió al partido e incluso se sentó un tiempo en el banco de los Kings quienes ganaron otra vez, de nuevo en extrainnings, y se colocaron a solo un juego del triunfo definitivo. Sin embargo, un gran repunte de los Millers les permitió ganar dos partidos de forma consecutiva y llevar la Serie al séptimo y decisivo juego.
El 6 de octubre de 1959 el Gran Stadium del Cerro mostró un lleno impresionante, el más grande de toda la temporada. Tom Borland fue la designación del mentor Gene Mauch de los Millers; mientras Ted Wieand recibió la responsabilidad por parte de Preston Gómez.
Los visitantes tomaron la delantera en el segundo capítulo por cuadrangular de Joe Macko y la ampliaron en el sexto por otro jonrón, este de Lu Clinton. Con el marcador favorable, 2 por 0, los Millers parecían encaminados a su segundo título consecutivo; pero los Kings reaccionaron en la parte baja del octavo inning. La entrada la abrió Elio Chacón con un imparable. Apareció el primer out y acto seguido Daniel Morejón devolvió las esperanzas a los fanáticos con una fuerte línea que se llevó la cerca del jardín derecho al primer rebote. El doble por regla puso a corredores en segunda y tercera; sin embargo, Ray Shearer se dejó cantar el tercer strike. En este momento, Preston Gómez decidió traer a Larry Novak como emergente. Novak había estado mal todo el año y en las gradas muchos cuestionaron la arriesgada decisión de Preston. Pero Novak no hizo quedar mal al director y conectó un imparable al derecho que trajo para la goma a los dos hombres. El partido estaba empatado a 2.
Las mayores emociones se vivieron en la parte baja del noveno capítulo cuando los Kings colocaron a dos hombres en circulación y aquí se produjo el imparable decisivo de Pata Chula Morejón. Los Cuban Sugar Kings habían ganado la Pequeña Serie Mundial de 1959.
Al día siguiente, el diario Revolución mostró un titular enorme con estas palabras: Cuba Campeón.
Epílogo
La historia de los Cuban Sugar Kings terminó en 1960. Los directivos de las Grandes Ligas observaban con recelo las actividades del gobierno revolucionario y en enero de 1960, durante una reunión efectuada en Buffalo, la cúpula directiva le permitió al presidente de la Liga Internacional, Frank J. Shaugnessy, trasladar a las franquicias de sus ciudades originarias. La temporada de los Kings comenzó en marzo y Fidel lanzó la primera bola del partido inaugural contra el Rochester. El rompimiento llegó más rápido de lo esperado: en julio, con los Kings de viaje, el presidente Shaugnessy decidió reubicarlos en New Jersey para supuestamente “proteger a los jugadores”. Esta fue una gran mentira y un burdo pretexto para sacar a los Cuban Sugar Kings de La Habana y significó también el rompimiento con el pacto de 1947 firmado con el Béisbol Organizado norteamericano. En la capital cubana el público reaccionó en contra de la medida. Los Kings pasaron a ser los “Jersey City”. Nunca más regresaron. Como escribió un periodista en el diario Revolución: “Cuba quedaba ahora sin franquicia, pero sin amo.”
Publicado en Habana Radio