Un año atrás, después del éxito de indio Viswanathan Anand en el torneo mexicano, considerado como el Campeonato del mundo, Vladimir Kramnik no dudó en desatar una fuerte polémica que estuvo vigente hasta hace muy poco. En aquella ocasión, Kramnik declaró que él “solo le había prestado el título a Anand”. Detrás de la supuesta fanfarronería del ruso, se escondía una fuerte crítica al sistema de selección del monarca universal en el ajedrez.
El evento en México reunió a los ocho mejores jugadores del momento, Kramnik entre ellos, y Anand ganó con un punto de ventaja; aunque eso no parecía suficiente para el ruso quien demandaba un match, una forma más justa, de acuerdo con su criterio, de validar a un campeón.
Ese esperado duelo acaba de concluir en Bonn, Alemania, y Kramnik ha quedado sin argumentos. Tuvo su match, su oportunidad para destronar a Anand; pero desde la tercera partida de las doce, los especialistas y millones de fanáticos comprendieron que el indio, residente en España, las tenía todas consigo.
Luego de las dos tablas iniciales, en el tercer enfrentamiento, Kramnik, con piezas blancas, incluso entregó la dama en una posición desesperada. Ese sacrificio no frenó el juego creativo de Anand quien supo capitalizar la ventaja material y tomó la delantera.
Los problemas continuaron en la quinta partida. A la altura del movimiento 29 existían posibilidades en ambos bandos; sin embargo, Kramnik, de nuevo con blancas, cometió un error de principiante y capturó con su caballo el peón situado en la casilla d4. Anand no necesitó muchos minutos para contestar y su exacta combinación lo condujo al segundo éxito.
Al día siguiente vino la debacle. Kramnik no encontró una manera efectiva de sobreponerse mentalmente a la pifia de la quinta partida y Anand forzó la rendición del rey ruso. Con el marcador tres por cero, todo era cuestión de tiempo.
La victoria de Kramnik en el décimo cotejo solo agregó un poco más de interés a un match desproporcionado y, tal vez por este triunfo, resultó más sorprendente la baja combatividad del ruso en la oncena partida. Sabía que necesitaba el éxito; no obstante, accedió al empate en 24 movimientos. Con las tablas vino el apretón de manos final. Viswanathan Anand ratificó que, a pesar de no tener un buen año, sigue siendo el mejor del mundo. No importa que el coeficiente ELO actual lo coloque en la quinta plaza del ranking. Los números, esta vez, no dicen la última palabra.
TRIUNFO SIN POLÉMICAS
El ajedrez vivió momentos muy complicados en 1993 cuando su sistema de matches se vio interrumpido por la ambición de un genial y controvertido jugador: Garry Kasparov.
En ese año estaba previsto el enfrentamiento entre Kasparov y el británico Niger Short por el título mundial. La aparición en la escena de este fue bien recibida por los amantes del ajedrez, aburridos de los duelos Kasparov- Anatoly Karpov, que se extendieron durante la década de los ochenta y comienzos de los noventa.
Cuando todo parecía arreglado, Kasparov y Short concordaron en elevar sus demandas financieras y como la Federación Internacional (FIDE, por sus siglas en francés) no pudo aceptarlas, ellos fundaron una nueva organización: la Asociación de Ajedrecistas Profesionales, separada por completo de los estatus y del sistema organizativo de la FIDE.
Por más de diez años el mundo del ajedrez estuvo dividido. Cada organización tenía su campeón. Era el caos total. En 2005 Kasparov se retiró y poco después se celebró el torneo de San Luis, en Argentina, considerado como el Campeonato mundial de la FIDE. En la ciudad argentina surgió un nuevo titular: el búlgaro Veselin Topalov. El monarca de la Asociación Profesional, Vladimir Kramnik, no asistió.
Finalmente, en 2006, se enfrentaron en un match a doce partidas los dos campeones: Vladimir Kramnik y Veselin Topalov. Ese match puede considerarse como el más polémico de todos los tiempos, sobre todo por el escándalo desatado cuando Veselin Topalov acusó a su rival de hacer trampas y recibir ayuda externa en sus más de 40 viajes al baño.
Como protesta ante la actitud del contrario, Kramnik no se presentó al salón de juego y la reunificación volvió a parecer lejana; pero se llegó a un acuerdo y el match pudo continuar. El marcador concluyó igualado a seis puntos, por lo que se hizo necesario recurrir a las partidas rápidas. En ellas, Kramnik tuvo mejor suerte y se proclamó como campeón de un mundo unificado.
Más adelante se jugó el torneo de México, en 2007, llegaron las polémicas declaraciones de Kramnik sobre ese evento y el tan esperado duelo con Anand. El universo ajedrecístico, golpeado durante casi dos décadas por el egocentrismo de unos, las escisiones de otros, puede respirar tranquilo: en el trono está un único rey, ratificado por convincentes triunfos. Quizás ahora sí se le puede desear una larga vida al monarca.
Publicado en la revista digital Cubahora