Los Juegos Olímpicos de Montreal, en 1976, tuvieron varios momentos polémicos. Por ejemplo, no se permitió la presencia de Taiwán y 30 naciones africanas se retiraron de la cita en protesta por la presencia de Nueva Zelanda, ya que el equipo nacional de rugby de ese país había efectuado varios partidos en Sudáfrica. En aquel momento existía en ese país el terrible régimen del apartheid, el cual era condenado por sus prácticas racistas. En ese enrarecido contexto, destacó la actuación de la gimnasta rumana Nadia Comaneci quien mereció el primer marcador perfecto de 10 puntos en la historia olímpica. La pequeña gimnasta, sin cumplir los 15 años, consiguió otras seis calificaciones perfectas. En los deportes colectivos no hubo una mejor demostración que la del equipo femenino de voleibol de Japón, el cual ganó todos sus partidos por tres sets a cero.
En Montreal, Cuba presentó una delegación compuesta por 160 atletas, divididos en 15 deportes. Los seis títulos obtenidos, las cuatro preseas de plata y las tres de bronce dieron un total de 13, cifra que colocó a nuestro país en la octava posición, la mejor de su historia hasta ese momento.
El boxeo volvió a ser la disciplina líder, con un aporte de ocho preseas. En más de 81 kilogramos Teófilo Stevenson repitió su triunfo de Munich; Ángel Herrera brilló en los 57 kilos; mientras la otra medalla de oro terminó en el cuello del peso mosca Jorge Hernández. Una vez más Teófilo fue la figura central del equipo. Su fama había crecido desde el éxito en 1972 y en Montreal poco pudieron hacerle sus rivales. En la pelea final, el rumano Mircea Simón abandonó en el tercer asalto ante el constante golpeo del cubano.
Además, el boxeo contribuyó con las platas de Andrés Aldama, en los 63,5 kilos, Ramón Duvalón en los 51 y Sixto Soria en 81, todos derrotados por peleadores norteamericanos.
El judoca Héctor Rodríguez, de los 63 kilogramos, le dio a Cuba su primera medalla en este arte marcial, al superar en el combate final a un coreano. El equipo masculino de voleibol alcanzó la presea de bronce, la única conquistada en sus múltiples presentaciones olímpicas. Aquella selección tenía entre sus integrantes a Leonel Marshall y Raúl Vilches y venció en la discusión del tercer lugar a Japón.
Si bien el boxeo, con Stevenson al frente, mereció varios titulares en la prensa, sin dudas el hombre grande por Cuba en Montreal 1976 fue un espigado atleta que en Munich había mostrado excelentes cualidades. Ahora, en la ciudad canadiense, dos excelentes carreras elevaron sus triunfos a la categoría de hazañas.
Alberto Juantorena participó por primera vez en una Olimpiada en 1972 cuando quedó eliminado en las semifinales de los 400 metros planos. Cuatro años después, la historia fue diferente.
Juantorena comenzó por los 800 metros planos. En un inicio había más de 60 corredores inscritos en esta prueba; pero el retiro de los africanos hizo descender notablemente el número de participantes. El cubano se clasificó sin grandes contratiempo para la final que tuvo lugar el 25 de julio.
Sus más serios contrincantes eran el norteamericano Wolhutter y el belga Ivo Van Damme. Juantorena fue ubicado en la quinta carrilera y durante los primeros 200 metros se mantuvo detrás de Wolhutter, hasta que tomó la delantera del grupo; sin embargo un desconocido, el indio Singh, quiso dar la sorpresa y cruzó primero al cumplirse los 400 metros. Juantorena no perdió tiempo y acabó rápidamente con el dominio del indio. Un poco más atrás, el estadounidense Wolhutter guardaba fuerza para intentar destronar al cubano en los metros finales. Juantorena comprendió la idea de su rival y apresuró su paso. Se sabía vencedor y entró con los brazos en alto, en señal de victoria. Nunca antes un atleta había corrido los 800 metros en 1 minuto, 43 segundos y 50 centésimas, récord mundial y olímpico.
Wolhutter no pudo aguantar y finalizó en la tercera posición, superado por el belga Van Damme, el primer hombre que se acercó a felicitar al nuevo campeón.
Apenas un día después del triunfo en los 800 metros, Juantorena retornó a las pistas en las eliminatorias de los 400 metros. Pocos le ofrecían oportunidades en esta distancia, sobre todo si tenemos en cuenta las enormes diferencias en la preparación de los 400 y 800 metros. El cansancio hizo mella en el cubano en las dos primeras series clasificatorias y pasó mucho trabajo para avanzar. El calendario le deparó un día de descanso y esto le permitió afrontar la semifinal con nuevos bríos. El triunfo con un buen tiempo de 45,10 segundos asombró a muchos y de seguro aumentó su confianza. Para la final, Juantorena fue ubicado en la segunda carrilera. Sus grandes contrarios eran los norteamericanos Herman Frazier y Fred Newhouse.
En Cuba, millones de personas pudieron seguir la carrera. La señal llegaba vía satélite, pero el audio solo mediante el teléfono. Los dos estadounidenses comenzaron delante, mientras a pocos metros los seguía Juantorena. Newhouse era el favorito y dominó la carrera en los primeros 300 metros. Detrás, Juantorena no permitió que su rival aumentara la ventaja. El cubano incrementó el ritmo de sus piernas y sobrepasó a Frazier. Apenas quedaban 100 metros y entonces llegó el esfuerzo final. Descontó, poco a poco, la desventaja con Newhouse y lo rebasó a menos de 80 metros. La voz de Héctor Rodríguez emocionó a los telespectadores en Cuba. Juantorena corrió con el corazón y entró triunfal en la meta. Nunca antes un ser humano había ganado los 400 y 800 metros de una Olimpiada. Nadie más ha logrado hacerlo.
Ese día de julio de 1976 Alberto Juantorena inscribió su nombre entre los inmortales del deporte y por encima de la perfección de Nadia Comaneci, fue la gran figura de la Olimpiada de Montreal.
Cuatro años después, los Juegos Olímpicos fueron acogidos por Moscú, la capital de la entonces Unión Soviética. Los soviéticos se prepararon muy bien para ofrecer en 1980 la mejor imagen del país; sin embargo, el presidente norteamericano Jimmy Carter tenía otros planes y utilizó como pretexto la guerra soviética en Afganistán para promover un boicot en contra de los Juegos moscovitas. Al llamado norteamericano se sumaron 35 naciones y la XXII Olimpiada contó con el menor número de naciones desde 1956, solo 80.
Cuba envió una gran delegación, conformada por 208 deportistas, en 19 modalidades, de ellas seis colectivas. En esta ocasión el número de preseas aumentó hasta 20, divididas en ocho doradas, siete de plata y cinco de bronce. Con ese total se alcanzó la cuarta posición. Nuestro país solo fue antecedido por la Unión Soviética, la República Democrática Alemana y Bulgaria.
Una vez más el boxeo centró la atención y los peleadores cubanos lograron la mitad de los títulos en disputa, seis. Es cierto que Estados Unidos estuvo ausente; pero esto no resta credibilidad a la brillante actuación nacional, pues el nivel existente en los países del antiguo campo socialista, que lógicamente sí asistieron a Moscú, era elevado. Entre los triunfadores destacó la tercera corona consecutiva de Teófilo Stevenson, lo cual le permitió igualar la hazaña del húngaro Lazslo Papp; aunque la del cubano fue lograda en una única división. En 1980 Stevenson tenía 28 años, estaba en plenitud de forma y lo demostró en el cómodo triunfo final, por votación de cuatro a uno, ante el local Piotr Zaev.
Otros cinco peleadores conquistaron el título en Moscú: Andrés Aldama cambió la plata de 1976 por el oro, José Gómez, Bautista Hernández y Armando Martínez también escalaron a lo más alto del podio. Mención aparte para Ángel Herrera, un excelente peleador quien retuvo su corona lograda en Montreal.
En el atletismo, María Caridad Colón dejó boquiabiertos a todos cuando en su primer disparo lanzó la jabalina hasta los 68,40 metros, récord olímpico. Sus rivales no pudieron superar esta impresionante marca y María Caridad se convirtió en la primera mujer cubana y latinoamericana en alcanzar un título olímpico. En los 110 metros con vallas, nuevamente Alejandro Casañas terminó en la segunda plaza; mientras en el levantamiento de pesas, Daniel Núñez abrió el camino dorado de las pesas.
Los Juegos de Moscú quedaron marcados por el boicot. No obstante, en la cita estival de 1980 se lograron grandes marcas, la Unión Soviética se reafirmó como la principal potencia mundial en el deporte olímpico y la delegación cubana, guiada por sus boxeadores, logró su mejor ubicación histórica.
Juantorena pudo haber durado mas pero lo quemaron y en cuatro anos tuvo sus buenas operaciones en 800 fue una fiera y en mi opinion debieron conservarlo mas pues en cuatrocientos tuvo una buena epoca pues no aparecio ningun contrincante con buenas marcas todos corrian de 44 a 45 segundo y en cierto modo a Ana Fidelia le sucedio igual,era mejor en 800.